martes, 3 de octubre de 2017

ASÍ FUE LA CAZA DE BRUJAS EN HOLLYWOOD

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Este articulo sobre aquellos duros años en Hollywood lo inserto ahora, en pleno siglo XXI, pero hace años que lo escribí... Quiero con este comentario que esos hombres y mujeres que nos dieron y siguen dando tantos momentos inolvidables en la pantalla, sean de esta humilde forma trasportados a la época actual, para que todos los amantes del cine comprendan este capitulo caótico de sus vidas y por lo que tuvieron que pasar por el simple hecho de tener ideas diferentes en una sociedad injusta, intolerable e infame como fue la de los años negros de "La caza de brujas".

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De creer lo que gritaba Robert Redford en la excelente película TAL COMO ÉRAMOS, sería una prueba palpable de que "Estados Unidos es una nación fascista" donde los artistas eran perseguidos por mantener unas opiniones contrarias al sistema. No resulta, por ello, extraño que haya sido utilizado por las izquierdas durante décadas para enfangar la visión mundial de EEUU, de su democracia y del mundo de Hollywood. Hasta ahí la leyenda y el mito. La Historia fue muy distinta, como está demostrado, ya que McCarthy no tuvo nada que ver con la búsqueda de comunistas en Hollywood y, a pesar de sus defectos y deficiencias, tampoco fue el personaje loco, equivocado y dictatorial que nos han hecho pensar. De entrada, fueron los personajes más destacados del Hollywood de la época: de Cecil B. De Mille a John Ford, de John Wayne a Gary Cooper, de Robert Taylor a Clark Gable— los que iniciaron un proceso para detener la creciente influencia comunista en el cine, una influencia que había tenido entre sus frutos más granados películas como Misión en Moscú donde los procesos estalinistas de 1937/38 eran descritos bajo una luz positiva y las víctimas de Stalin aparecían como espías alemanes justamente castigados. No era el único producto, pero demostraba hasta donde se podía llegar bajo influencia comunista, y fue ese caldo de cultivo y no la acción de McCarthy, lo que llevó al Comité de actividades antiamericanas, presidido por J. Parnell Thomas a buscar y rebuscar la infiltración comunista apoyado, e incluso impulsado, por actores y directores que veían con claridad lo que estaba sucediendo en EEUU. De esa acción no se derivó el aislamiento, a pesar de lo que afirman algunos libros, de ninguno de estos profesionales. Cecil B. De Mille, por ejemplo, no dejó de cosechar éxitos en los años siguientes y lo mismo podría decirse de Ford, Wayne o Cooper. Cuestión aparte es que una parte de Hollywood convenientemente manipulada por la propaganda progre se vengara años después a Elia Kazan no aplaudiéndole cuando recibió un Oscar por el conjunto de su obra. Lo terrible de la actividad anticomunista en Hollywood, en contra de lo expresado por algunos escritores en un panfleto dedicado al tema, es que los identificados, a pesar de sus protestas, sí eran correas de transmisión del partido comunista, un partido servilmente sometido a Moscú. De hecho, algunos de los que más defendieron su desvinculación, como Alvah Bessie que combatió con las Brigadas internacionales en España, han visto décadas después como sus carnets aparecían entre los documentos exhumados en la extinta URSS.

Algunos autores, como el politólogo estadounidense James Burnham, revaluaron a la luz de la estadística hasta qué punto fue real la represión que la cultura popular atribuye al periodo del macarthismo, reflejado en el cine en: Caza de brujas, Buenas noches y buena suerte y la literatura en un periodo de supuesta histeria colectiva y de terror medieval, imagen consagrada en El crisol de Arthur Miller con la referencia de las persecuciones de Salem en 1692. Según los datos manejados por Burnham, durante la llamada «caza de brujas» no hubo ni un solo muerto, herido o torturado, ningún ciudadano arrestado arbitrariamente, encarcelado sin juicio, desahuciado, deportado, exiliado o privado de sus derechos procesales, pero no se menciona, sin embargo, al actor Philip Loeb, quien terminó suicidándose por haber sido acusado de comunista y resultar proscrito en la industria fílmica. Por ello, algunos intelectuales conservadores como Ann Coulter lo han calificado como «el mayor mito orwelliano de nuestro tiempo». Otros, como el español Martín Alonso, lo considera «el mito fundacional de lo políticamente correcto» y ha señalado irónicamente que McCarthy fue «la única víctima real que se cobró el macarthismo». Sin embargo, es destacable que muchas personas sufrieron tragedias personales o decidieron radicarse fuera de EE.UU. como consecuencia de la presión pública o judicial a la que fueron expuestos por las ideas de MCarthy. Charles Chaplin fue uno de ellos; también el impulsor de la bomba atómica Robert Oppenheimer fue expulsado de la comisión atómica por supuestos vínculos con el comunismo, al igual que otras destacadas figuras de Hollywood quienes fueron acosadas para que delataran a miembros del Partido Comunista estadounidense, lográndolo en casos como el de Elia Kazan. Se sentenció a muerte a los esposos Ethel Greenglass Rosenberg y Julius Rosenberg en 1953 a causa de un juicio a raíz del macartismo. McCarthy instigó una cruzada anticomunista, auto titulándose defensor de los auténticos valores americanos. Los elementos más conservadores de la clase política norteamericana, entre ellos el futuro presidente Richard Nixon, le apoyaron en su labor en el Comité del Senado que presidió. Su política demagógica forzó a marcharse de EE.UU. a personajes como Joseph Losey o Charles Chaplin y a la autocensura a otros muchos. Dado a la bebida, el senador McCarthy no calculó sus fuerzas al tratar de investigar a las Fuerzas Armadas en 1953. El presidente republicano Dwight D. Eisenhower decidió actuar en su contra. En 1954, McCarthy perdió el prestigio que le quedaba al ser retransmitida por televisión la audiencia del Senado contra oficiales del Ejército por su presunta actividad comunista. Su estilo demagógico y brutal quedó al descubierto tras perder los republicanos en 1954 el control del Senado, McCarthy fue reemplazado como presidente del comité de investigación del Senado. Poco tiempo después, el Senado le condenó por 67 votos contra 22 por su actitud. Su alcoholismo terminó finalmente por pasarle factura y murió de cirrosis en 1957.



Si esa parte queda extraordinariamente pulverizada en relación a Hollywood, aún más interesante es que McCarthy tenía sus defectos y esto era del dominio público y que nadie dudaría, pero junto a esa consideración se yerguen dos argumentos de enorme importancia. El primero es que McCarthy no se equivocó, estaba muy respaldado y aconsejado por los derechistas de la meca del cine, del que era íntimo amigo de casi todos ellos, pero existía un peligro real de infiltración que ha quedado de manifiesto muchos años después al descubrirse la documentación de la "Operación Venoma" y que alcanzaba más allá de lo que pudo pensar el propio senador. MacCarthy pudo errar en la precisión del tiro o en el alcance del peligro pero fue por defecto más que por exceso. Una de las pruebas está en cómo la bomba atómica fue robada a Estados Unidos por un conjunto de personas que juraban y perjuraban su inocencia... Luego se ha demostrado que fueron culpables. El segundo argumento es que McCarthy tampoco fue tan terrible como se le ha pintado y que se dejaba manejar por sus colegas de la extrema-derecha de EEUU, donde se contaban muchos nombres mas que conocidos. El abogado Welch, cuyo choque con el senador era habitual, podrá pasar a la historia como el desenmascarador de McCarthy pero, en realidad, no dejó de ser un cínico embustero dotado de unas nada pequeñas dotes de actor... algo que demostró interviniendo en alguna famosa película. Hubo que llegar a la última década del siglo pasado para que incluso algunos de los detractores de McCarthy, como Jesse Friedman, reconocieran que su juicio sobre el senador había sido erróneo. El avance de la inteligencia soviética en territorio americano, el apoyo recibido por algunos de los intelectuales de EEUU, la manipulación propagandística del proceso y, sobre todo, las razones más que sobradas de McCarthy y de buena parte de Hollywood para detener la infiltración comunistas.


Otro personaje relevante en la caza de brujas y muy importante fue el director del FBI, Edgar Hoover, piedra fuerte para comprender lo que fue la Guerra fría, la lucha contra las dictaduras comunistas y el papel de tontos útiles o perversos, desempeñado por no pocos artistas e intelectuales que frente a ellos tuvieron no lo peor de occidente sino lo mejor de una cultura libre y democrática. Se convirtió en el personaje más poderoso, a la par que temido, de Estados Unidos. Fue un colosal manipulador que consiguió dominar a todo un país durante casi cincuenta años desde su cargo al frente del FBI. Sobrevivió a ocho presidentes y se convirtió en un mito tan polémico como enigmático. Su peculiar percepción del mundo hizo de él un ególatra empecinado en hallarse en posesión de la verdad absoluta. Hoover fue un visionario, que vislumbró la importancia de los medios de comunicación y supo utilizarlos en beneficio propio, creándose una biografía de héroe. Descubrió que los secretos ajenos y sobre todo la vida íntima de las personas constituían una información de incalculable valor y dedicó su existencia a hacerse con los archivos personales de todos aquellos que merecía la pena controlar. Sospechosos delincuentes, comunistas, por los que sentía particular aversión, artistas de la farándula, políticos, estrellas de Hollywood, e incluso presidentes. Nadie escapaba de sus poderosos tentáculos. En nombre de su querida América, y revestido de un patriotismo innegable, llegó a tener más poder que el propio presidente del país. Así, durante casi medio siglo al frente de la Agencia de Investigación Federal intervino en la historia de Estados Unidos en momentos tan decisivos como la ley seca, la caza de brujas, la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, el Movimiento de los Derechos Civiles o el escándalo Watergate. El infame y temido J. Edgar Hoover, gran capo del FBI, guardó su intimidad tan celosamente como en escudriñar la ajena.

J. Edgar Hoover



 Estos son algunos de sus más ocultos secretos:


- “Su padre, Dickerson Hoover, fue recluido en una institución mental en la que pasaría sus últimos ocho años de vida tras padecer una grave crisis nerviosa.”-

- “ Su madre, Annie M. Scheitlin, era una mujer fuerte y dominante de fuertes convicciones religiosas. Hoover fue educado de acuerdo con un rígido presbiterianismo. Su complejo de Edipo pudo determinar su homosexualidad. “-

- Al fallecer su padre, Hoover tuvo que dejar la escuela. Trabajó para ayudar a su familia como chico de los recados en la Biblioteca del Congreso "-

-“ En 1917, tras graduarse en Derecho, un tío suyo juez le “enchufó” en el Departamento de justicia.”-

- “ El fiscal general Alexander M. Palmer, le fichó como asistente personal. Durante dos años Hoover organizó el arresto y deportación de los sospechosos de ser comunistas en EE.UU. Ello explicaría su posterior colaboración durante la caza de brujas, junto al senador McCarthy”-

- “ Gran visionario, inventó en 1926 el archivo centralizado de huellas dactilares. El del FBI con el tiempo se convertiría en el más grande del mundo.”-


- “ Durante la Guerra Civil Española las Brigadas Internacionales fueron investigadas por el FBI, concretamente la Brigada Abraham Lincoln, organizada en Estados Unidos, por la ideología comunista de sus integrantes.”-

- “ Apoyó la producción de películas como FBI contra el imperio del crimen protagonizada por James Cagney, con quien guardaba cierto parecido.”-

- “ Hizo investigar a Abbot y Costello, la pareja de humor más famosa de Estados Unidos en los años 50, de quienes descubrieron que coleccionaban pornografía y contrataban a prostitutas.”-

- “ Charles Chaplin y Marilyn Monroe engrosan algunos de los archivos más extensos. Ella, era constantemente expiada, tenia verdadera obsesión por la actriz, bien por su matrimonio con el “comunista” Arthur Miller y por sus relaciones amorosas con los Kennedy, eternos rivales de Hoover. Y Chaplin, por comunista “-.

- “ Los expedientes de los archivos personales del jefe del FBI, destruidos en parte por su secretaria, contenían desde cartas manuscritas hasta grabaciones de infidelidades de tan variopintos personajes como el presidente Kennedy o Martín Luther King. Sobre el asesinato de este último en 1968, se murmuraba que había sido objeto de sonada celebración en la Agencia.”-

- “ Frank Sinatra, cuyo archivo llegó a tener 1.275 páginas, fue objeto constante de investigación por sus orgías celebradas en compañía del presidente Kennedy. Ignorando la obsesión de Hoover por su persona, Sinatra se ofreció a trabajar encubiertamente para el FBI en 1950. Su propuesta, obviamente, fue rechazada. En 1964, la agencia resolvería el secuestro de su hijo.”-

- “Su homosexualidad y su comentada inclinación a vestir ropa de mujer en la intimidad fue demostrada. Pero sí es conocido que vivió sus últimos años con su ayudante y amante, Clyde Tolson, junto al que gustaba de almorzar a diario en el hotel Mayflower y al que nombró su único heredero.”-

Estos son los aspectos más sombríos que hasta ahora se han ido revelando sobre la controvertida personalidad del jefe del FBI pero ¿conoceremos algún día todas las verdades ocultas de Hoover? ¿Existe un expediente Hoover en algún rincón escondido con mucho cuidado en los kilométricos archivos que él se empeñó en crear?

Durante los años de mandato de MacCarthy, que van desde el 1947 al 1957, en plena Guerra Fría; se llevó a cabo una persecución a todo aquél que no demostrara lealtad absoluta al gobierno norteamericano. A menudo sin pruebas y sin juicio previo, se vulneraron los derechos civiles de los que fueron acusados de simpatizar o pertenecer al Partido Comunista. De este modo se pasó a denominar como mccarthismo todas aquellas medidas gubernamentales que coartan las libertades de los ciudadanos en favor de una supuesta seguridad nacional o preservación de unos valores determinados. También se llamó a esta época, caza de brujas, hecho que inspiró a Arthur Miller para escribir su famosa obra ‘Las brujas de Salem‘, como alegoría de este episodio de la historia de Estados Unidos que recuerda la Inquisición. Estas denominaciones inquietantes.


La investigación de la infiltración comunista en la industria cinematográfica de Hollywood, que empezó el año 1947 por parte del Comité de Actividades Antiamericanas – HUAC, House of Un-american Activities Committee –, provocó la anulación de las carreras de muchos profesionales de Hollywood en los años 50; al colocarlos en las llamadas listas negras. Escritores, actores y directores fueron acorralados y silenciados. También películas que pretendían reflejar la problemática o simplemente aludían o cuestionaban ideas concretas, fueron alteradas. Uno de los géneros más afectados fue el cine negro. En aquellos años Hollywood, sus películas, actores y actrices, siempre habían sido supervisados de diferentes formas, pero el Comité de Actividades Antiamericanas se involucró directamente en su regulación para encontrar cualquier rastro de comunismo. Las investigaciones, sin embargo, se dirigieron en muchos ámbitos pero ninguno despertó más atención que los famosos juicios de Hollywood. Se creó un impacto mediático considerable al llamar a testificar celebridades del mundo del cine, para así conseguir una mayor concienciación de la sociedad. El séptimo arte fue tachado de herramienta propagandística, sobre todo un sector de la industria que se había adherido al comunismo durante los años de la Depresión. Estos juicios tuvieron tres objetivos muy claros. El primero, probar que el Sindicato de Guionistas era un hervidero comunista. El segundo, evidenciar que estos escritores insertaban propaganda antipatriótica en sus Films y, por último, eliminar todas aquellas películas pro-soviéticas que habían sido sancionadas por el presidente Franklin D. Roosevelt durante la guerra. En la práctica, ninguna de estas afirmaciones fueron usadas en los juicios y, sin ningún tipo de evidencia, muchos talentos se vieron forzados a abandonar Hollywood


Arthur Miller sufrió en sus propias carnes la “caza de brujas”. Su obra Las brujas de Salem, un alegato contra la intolerancia y el puritanismo ambientado en 1692, era en realidad una denuncia contra las investigaciones que desde 1946 llevaba a cabo el denominado Comité de Actividades Antiamericanas. El comité, había sido investido con la facultad de averiguar la filiación política de los ciudadanos, al objeto de depurar el país de “antiamericanos” y comunistas. Actores, directores, guionistas y escritores fueron multados o enviados a prisión. En 1956 Miller compareció ante el comité, que lo condenó por desacato al no querer delatar a los miembros de un círculo literario sospechosos de actividades pro comunistas. Miller apeló la sentencia y finalmente fue absuelto. Las brujas de Salem se representó por vez primera en Broadway en 1953 y obtuvo un gran éxito. En esta ocasión el encargado del montaje no fue Elia Kazan, quien en un episodio oscuro de su vida había delatado a varios camaradas ante el comité. Miller no le habló durante años, sino el legendario Jed Harris. La obra fue llevada al cine en 1996. Protagonizada por Daniel Day-Lewis y con guión adaptado por el propio Miller. En septiembre de 1947 empezaron las primeras audiencias de los juicios por la infiltración comunista en la industria del cine. Los primeros en testificar fueron los denominados testimonios amistosos, pues aportaron mucha publicidad y accedieron a contestar las preguntas sin ningún tipo de objeción. Estos fueron: Jack Warner y Louis B. Mayer – como representantes de los estudios cinematográficos –, Ronald Reagan – jefe del Sindicato de Actores –, Robert Montgomery, Lela Rogers – madre de Ginger Rogers –, Walt Disney, Adolphe Menjou, Gary Cooper y Robert Taylor. Muchos de ellos leyeron respuestas preparadas, todo un montaje para un proceso lleno de irregularidades. Otros testimonios posteriores se negaron a responder las preguntas del tribunal y fueron declarados enemigos del estado. Dentro de estas personalidades de izquierdas fueron diez los más afectados, cuyas carreras quedaron dañadas y que fueron presa mediática. Pasaron a ser conocidos como los diez de Hollywood, entre los que se encontraban un director, Edward Dmytryk y nueve guionistas: Alvah Bessie, Herbert Biberman, Lester Cole, Ring Lardner Jr., John Howard Lawson, Albert Maltz, Samuel Ornitz, Adrian Scott y Dalton Trumbo. Todos ellos autores de un buen número de películas de enorme calidad, como por ejemplo:

 ‘El motín del Caine‘ (‘The Caine mutiny’, Edward Dmytryk, 1954).

‘Objetivo: Birmania‘ (‘Objective, Burma!’, Raoul Walsh, 1945).

 ‘Huracán‘ (‘When tomorrow comes’, John M. Stahl, 1939).

 ‘Muro de tinieblas‘ (‘High wall’, Curtis Berndhart, 1947).

 ‘Laura‘ (id, Otto Preminger, 1944).

‘Sahara‘ (id, Zoltan Korda, 1943).

 ‘Flecha rota‘ (‘Broken arrow’, Delmer Daves, 1950).

 ‘Imitación a la vida‘ (‘Imitation of life’, John M. Stahl, 1934).

 ‘Mr. Lucky‘ (id, H. C. Potter, 1943).

‘Espartaco‘ (‘Spartacus’, Stanley Kubrick, 1960).
Dalton Trumbo
Stanley Kubrick

Una de las pocas armas con las que contaron los diez de Hollywood fue que se acogieron a la quinta enmienda de la Constitución de Estados Unidos. Su aplicación garantizaba la protección contra la auto-incriminación forzada. También se usó la primera enmienda, que aseguraba la libertad de asociación y de expresión. Estas enmiendas convencieron a la opinión pública que los juicios del Comité suponían una amenaza para las libertades fundamentales que les otorgaba la Constitución, a pesar del odio al comunismo. Paralelamente, se creó el Comité de la primera enmienda – CFA, Comité for the First Amendment – para contrarrestar aquello que concebían como ataques indiscriminados a Hollywood y a sus integrantes. De los cincuenta miembros, los más destacados fueron: Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Henry Fonda, Gene Kelly, John Garfield, Edward G. Robinson, Judy Garland, Katharine Hepburn, Ira Gershwin, William Wyler, Sterling Hayden, Groucho Marx o Frank Sinatra. Este grupo lideró una marcha hacia Washington en 1947 para protestar por los juicios contra la industria cinematográfica. También intentaron proteger a los diez de Hollywood, pero fracasaron en su esfuerzo por protestar contra la violación de derechos constitucionales. Las discrepancias entre sus integrantes y algunos de los testimonios causaron la posterior desintegración del grupo. Se desacreditó públicamente a todos aquéllos que formaron parte y muchos tuvieron que trabajar arduamente para salvar su reputación. En Hollywood, empezó la segunda oleada de audiencias a los juicios. Una lista con más de 300 personas fue elaborada, mostrando empleados de la industria del cine, presentes y pasados, que eran o habían sido comunistas y militantes. Los que tenían trabajo fueron inmediatamente despedidos, algunos ni siquiera sabían que estaban en la lista hasta que acudían al estudio y eran echados. Un ejemplo de estos hechos fue el actor de izquierdas Sam Jaffe, que se se negó a colaborar con la HUAC, y vio su carrera interrumpida durante los años de persecución comunista. Esta postura de no cooperación no fue seguida por todos y fueron algunos los profesionales que testificaron abiertamente sobre su vinculación o sobre la de otros. Es especialmente notable el caso de Elia Kazan, que ya por su película ‘La ley del silencio‘, en la que el tema se centraba en la infiltración del gangsterismo en el sindicato obrero.... Este director dio varios nombres al Comité, acción que es todavía recordada por muchos sectores de Hollywood. Pero el enorme peso del maestro era algo con lo que no contaba el comité y Kazan a pesar de todo, recibió un Oscar honorífico.

Las consecuencias de estas listas negras fueron devastadoras para el cine. Muchos abandonaron el país y se instalaron en México, o bien, en el caso de escritores y guionistas, usaron seudónimos u otras personas que vendían los guiones como propios. El reconocimiento, por tanto, quedaba relegado. En el caso de Dalton Trumbo, ganó dos Oscar, uno por ‘Vacaciones en Roma‘ y otro por ‘El Bravo‘, pero en secreto y respaldado con seudónimo, circunstancias que evidenciaban la situación que vivían los que se encontraban en las listas. Los actores, sin embargo, no tenían esta opción. Muchos se marcharon a Broadway y, en otros casos, abandonaron la profesión. A los problemas económicos y profesionales, se añadieron los psicológicos. Crisis nerviosas, trastornos de ansiedad o suicidios, o las muertes de actores como el gran John Garfield, famoso por ‘El cartero siempre llama dos veces‘, se atribuyen a la presión sufrida por el acoso de la HUAC. Los estudios, en consecuencia, se volvieron muy cautelosos con las películas que se distribuían. Géneros como el cine negro vieron como cada vez se producían menos y menos Films. Los géneros se mezclaban, las ideas se camuflaban; todo en un intento de seguir con la profesión sin despertar sospechas. Especialmente destacable es la historia de la cinta ‘Solo ante el peligro‘, en la que su guionista Carl Foreman se vio obligado a presentarse ante la HUAC y al negarse a testificar, pasó de inmediato a las listas negras. El argumento de esta película alude específicamente a la situación que vivió. Sufrió grandes críticas por un sector de Hollywood que comprendió claramente el paralelismo entre el sheriff interpretado por Gary Cooper y el propio guionista. Con el paso del tiempo, han sido varias películas las que han hecho referencia a esta oscura época del cine, ya de forma más abierta. Algunos de los ejemplos más conocidos son ‘La tapadera‘ con Woody Allen como protagonista y ‘Buenas noches y buena suerte.‘. En ambas se sitúa la acción en la época de la caza de brujas.

Algunos de los nombres de los profesionales vinculados con el cine, y que se vieron afectados por las listas negras, siendo perseguidos: Elmer Bernstein, James M. Cain, Lee J. Cobb, Charlie Chaplin, Edward Dmytryck, Carl Foreman, John Garfield, Dashiel Hammett, Lena Horne, Sam Jaffe, Garson Kanin, Judy Holliday, Burgess Meredith, Arthur Miller, Marilyn Monroe, Ayn Rand, Martin Ritt, Edward G. Robinson, Robert Rossen y el escritor Dalton Trumbo. Siempre he tenido fascinación por el cine negro, descubrí esta incierta etapa de la historia del cine y fuí consciente cómo la Guerra Fría, el terror al comunismo y la manipulación del gobierno de Estados Unidos tuvieron tanto impacto en Hollywood y ello es evidente pues la trascendencia del cine, por su contenido y por el impacto en el público. Un recuerdo especial para todas aquellas películas y profesionales que desarrollaron su labor durante esta época y para que sirva de acicate para ver algunos de los films que marcaron esta etapa.



Cuando Elia Kazan decidió delatar en 1952 a sus antiguos camaradas del partido comunista, durante la caza de brujas, le dijo al productor teatral Kermit Bloomgarden: "Tengo que pensar en mis hijos". Su amigo le advirtió: "Esto pasará y entonces serás un soplón también para tus propios hijos, piensa en eso". Kazan no le hizo caso y muchos años después está considerado aún como la bestia negra de la izquierda norteamericana. Dos instituciones de tanto peso como el American Film Institute y Los Angeles Film Critics Association no compartieron el criterio de la Academia, negándose varias veces a rendirle un homenaje. En la misma línea, los guionistas Bernard Gordon y Abraham Polonsky, ambos víctimas de la persecución de izquierdistas con la que colaboró Kazan, pusieron en marcha un movimiento de protesta para boicotear la gala de los Oscar. El escándalo provocado al anunciarse que Kazan recibiría un Oscar honorífico reabrió las viejas heridas. Robert Rehme, presidente de la Academia de Artes y Ciencias del Cine, que concede las preciadas estatuillas, precisó que es sólo un reconocimiento a sus aportaciones artísticas, no a sus ideas. Sin embargo, muchos se preguntaron si esto era preciso, cuando Kazan tiene ya dos Oscar como mejor director. ¿Qué habrá hecho el cineasta para inspirar tanto odio, después de tanto tiempo? Al fin de la Segunda Guerra Mundial, la tensión entre Estados Unidos y la Unión Soviética por el control político del mundo, la guerra fría, desató el pánico anticomunista en Norteamérica y la caza de simpatizantes de la izquierda. Kazan salvó su cabeza a costa de la perdición de sus amigos, culpables del único delito de no pensar como él. Pero al margen de sus ideas, La Historia del Séptimo Arte le tiene como un maestro y yo lo comparto.

El Comité de Actividades Antiamericanas del Congreso de Estados Unidos, que presidía Joseph McCarthy, teniendo en la sombra a Edgar Hoover, asumió la persecución. Hollywood fue su objetivo preferido por el efecto de propaganda e intimidación que producía ver a las estrellas humilladas. La caza de brujas en el cine duró de 1947 a 1953. Unos, colaboraron, como Ronald Reagan, Robert Taylor y Walt Disney. Otros, se opusieron. Los testigos hostiles engrosaban la lista negra, creada por los estudios el 24 de noviembre de 1947 para no emplear a nadie que no colaborase. Bastaba una denuncia para acabar ante el comité, lo que implicaba delatar a alguien o para no ir a prisión y ser rechazado en Hollywood. A Kazan y a su amigo el dramaturgo Arthur Miller, esposo de Marilyn Monroe, los denunció Jack Warner, magnate de la Warner Bros. Pero Kazan reconoció que había sido miembro del partido comunista 19 meses, entre 1934 y 1936, aseguró que lo dejó al comprender que querían controlar el Group Theatre, criticó los abusos del estalinismo y denunció a 15 de sus antiguos camaradas. Examinó todos sus montajes teatrales y Films ante sus inquisidores para demostrar que no eran marxistas. Dos días después, puso un anuncio en The New York Times atacando a los comunistas y animando a la delación como deber cívico. "Si Kazan no hubiera cooperado, no habría acabado con el comité pero sí posiblemente con la lista negra, porque era demasiado importante para prescindir de él". ¿Qué hubiera sido de Kazan si su carrera se hubiera truncado en su mejor momento, como la de los que se negaron a delatar para salvar su pellejo? Jamás habría dirigido: Al este del Edén, La ley del silencio, Un tranvía llamado deseo, Baby Doll, Esplendor en la hierba, América, América..... Todas ellas autenticas obras maestras, por las cuales nos sentimos orgullosos todos los cinéfilos y amante del buen cine del mundo entero.

El guionista Bernard Gordon, despedido de la Universal y la Warner, sin saber aún hoy quién le denunció, fue el alma de un boicot con anuncios en prensa, protestas a la puerta del Dorothy Chandler Pavilion el día de los Oscar y huelga de aplausos cuando se reciba un premio. "No deseamos deslucir la ceremonia", aclara, "pero sí que haya una muestra mínima de rechazo a un acto de la Academia, insensible y desmedido". La mayoría de víctimas de la caza de brujas, que obligó a Chaplin a huir a Suiza, a John Huston a exiliarse en Irlanda y puso bajo sospecha a Albert Einstein, han muerto. Es posible que aquel boicot no tuviera éxito, pero los que viven no perdonan y el guionista Abraham Polonsky prometió: "Veré la gala con la esperanza de que alguien dispare, lo que daría algo de emoción a una noche que, de otro modo, será un aburrimiento".


Dalton Trumbo


Hace poco fui a ver la película Trumbo, que es la historia de la caza de brujas, centrándose en la figura de unos de los afectados más directamente por aquella página oscura de la historia de EEUU, cuando, bajo la dirección del comité del Congreso llamado House Un-American Activities Committee y del Permanent Subcommittee on Investigations del Government Operations Committee del Senado presidido por McCarthy, se intentó exitosamente suprimir las voces críticas con el capitalismo estadounidense, presentándolas como agentes de la Unión Soviética, país que había pasado de ser aliado de EEUU en la lucha contra el nazismo a ser su enemigo número 1 con la aparición de la Guerra Fría a mediados de los años cuarenta. En todo el país, incluyendo en Hollywood, personas de militancia o simpatías comunistas, como fueron la mayoría de voluntarios en las Brigadas Internacionales que lucharon en España defendiendo la democracia española frente al fascismo, pero fueron encarcelados y expulsados de su trabajo, pasando a ser brutalmente silenciadas y marginadas en su propia sociedad. La película narra la vida de una de ellas, el guionista Dalton Trumbo, que de ser uno de los guionistas más conocidos y mejor pagados en Hollywood, pasó a perderlo todo, a ser encarcelado y a tener que trabajar de manera clandestina, bajo otro nombre. Es probable que al espectador español la película basada en este personaje le diga poco. Pero es importante que se sepa lo que fue el macartismo y lo que supuso la Guerra Fría, que algunos están intentando reavivar ahora, tanto en EEUU como en España. Trumbo es una buena película y aconsejo verla. Pero es una lástima que no cubra el período en el que Dalton Trumbo vivió exiliado en México, allí trabajó también con Luis Buñuel en sus películas “The Young One” y “Robinson Crusoe”, y fue allí también donde conoció, además de a Buñuel, a Bertolt Brecht, Miguel Covarrubias, B. Traven, Marilyn Monroe, Frida Kahlo, Diego Rivera y Nieves Orozco, además de interactuar con republicanos españoles exilados en México. Esta dimensión habría hecho más interesante para el público español la vida de Trumbo. Que la película se centre en un personaje famoso tiene la desventaja de que no informa sobre la represión masiva que sufrieron miles de personas desconocidas, es decir, la represión de gente normal y corriente, que no tenían la prominencia de los directores y guionistas de Hollywood. Entre estas personas la represión fue brutal.



Dalton Trumbo... recuerda como a partir de un contacto fué conociendo a miembros del Partido Comunista de EEUU, personas que mostraban un extraordinario compromiso político y que, en condiciones de casi clandestinidad, estaban siempre participando en cualquier lucha por los derechos laborales, sociales y civiles en aquel país. Los reconoció cuando estuvo asesorando al reverendo Jesse Jackson, discípulo de Martín Luther King en los años ochenta, cuando este estableció el movimiento Rainbow Coalition (la Coalición Arcoíris), que reunió en un movimiento a todas las fuerzas progresistas del país, desde los sindicatos hasta los movimientos pro derechos civiles de las minorías, incluyendo también el movimiento feminista Now y el movimiento ecologista. Tuvo la oportunidad de conocer a la persona más discriminada en EEUU, la Sra. Meredith Mercer, discriminada por ser negra, por ser mujer, por ser anciana, por vivir en Mississippi (el sur conservador y racista profundo) y por ser miembro del Partido Comunista. Era difícil reunir más condiciones discriminatorias. Fueron personas como ella, gente de gran compromiso y de gran dedicación a mejorar su país, las que consiguieron, con otras fuerzas políticas, conquistar un gran número de derechos laborales y sociales en EEUU. De ahí que, cuando fue crítico con su gran apoyo a la Unión Soviética -donde sus libros con aquel régimen fueron prohibidos. Siempre saludé el nivel de compromiso y dedicación al bienestar de la clase trabajadora de su país que sus miembros expresaron, compromiso digno de elogio. Fue precisamente Martín Luther King quien, una semana antes de ser asesinado, les homenajeó indirectamente, indicando que la lucha central en EEUU era la lucha de clases, rindiendo tributo a todos aquellos que en este conflicto estaban al lado del mundo del trabajo frente al mundo del capital, siendo los comunistas estadounidenses los que se distinguieron en esta lucha. Y fue en la inauguración de la Presidencia del Sr. Obama, un afroamericanos, cuando por primera vez, y en su presencia, Pete Seeger (que había sido miembro del Partido Comunista) y Bruce Springsteen (que fue su alumno) cantaron por primera vez la canción completa, incluidas las partes que en su momento habían sido prohibidas del himno de las izquierdas estadounidenses, This Land is Your Land, escrito por Woody Guthrie de puño y letra, el cantante del Partido Comunista de los años treinta.




La colaboración del FBI, agencia de investigación criminal que ejerce de policía secreta, fue uno de los pilares sobre los que se sustentó la persecución. Edgar Hoover fué su mano ejecutora y lo hizo con una brutalidad impresionante...Sólo entre 1942 y 1946, fueron fichados 6.193 funcionarios sospechosos de pertenecer a organizaciones subversivas, aunque hubo un bajo porcentaje de despidos. Un ejemplo fue el de Luis Buñuel, que abandonó su trabajo en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y emigró a México. La caza de brujas lleva al extremo un tema recurrente de la historia de la humanidad: el dilema que recogen leyendas como la de Fausto: “Renuncia a tus principios y serás rico. Aférrate a ellos y serás menos próspero que ahora”. En última instancia, la cuestión es elegir, no la presión. Aunque no cabe duda de que esta presión, además de ser un abuso de poder, pone al individuo en una encrucijada injusta, por cuanto éste debería gozar de libertad para actuar según su conciencia. Hoy en día, mediante otras acciones de los grupos de poder, se viven situaciones similares a la caza de brujas, en las que se apunta a grupos sociales con excusas como la seguridad. Los ciudadanos se ven sometidos a presiones continuas, que combinan creación de estados de opinión dirigidos, linchamientos mediáticos y amenaza de pérdida de poder adquisitivo, en un círculo vicioso sistémico del que no es fácil escapar indemne. Inspirada por la actriz Ethel Barrymore, Hedda Hopper se compró su primer sombrero con uno de los primeros sueldos que ganó ayudando a su padre en la carnicería familiar. La atención que atrajo con aquel sombrero “de rafia verde y geranios rojos” en la misa de Altoona, en Pensilvania, le hizo darse cuenta de dos cosas: le encantaba ser el centro de atención por lo que "jamás volvería a llevar la cabeza desnuda". Su aspecto era muy importante para ella, y los sombreros eran parte del personaje que creó", dice Helen Mirren, una de las actrices que revive a Hedda Hopper en la película Trumbo;  Exageraba sus rasgos y su pasión por los tocados para buscar el lado irónico de una de las mujeres más temidas de la era dorada del cine. En las décadas de los cuarenta y los cincuenta, sus columnas de cotilleos en Los Angeles Times, Hedda Hopper’s Hollywood, llegaron a ser leídas por más de 30 millones de personas. En ellas era capaz de acabar con la carrera de un actor o darle la gloria. Aunque parecía disfrutar más con lo primero. En 1944, solo seis años después de empezar como cronista social, Hopper ya dijo que sus memorias deberían titularse “Malice in Wonderland”, que significa Maldad en el País de las Maravillas.




Entre las víctimas de la histeria anticomunista hay que recordar a Charles Chaplin. Su confesión de que nunca había sido comunista ni había pertenecido a ningún partido no impidió que supiera que sería llamado a declarar...Inserto el interrogatorio que he conseguido encontrar:

-"Una semana después recibí una llamada telefónica del Departamento de Inmigración para decirme que desearían formularme algunas preguntas. ¿Podían venir a mi casa?"-Desde luego,contesté. Vinieron tres hombres y una mujer; la mujer traía una máquina estenográfica. Los otros llevaban unas cajitas cuadradas que contenían, indudablemente, magnetófonos. El principal interrogador era un individuo alto y delgado, de unos cuarenta años, apuesto y astuto. Me di cuenta de que eran cuatro contra uno, y que debí haber hecho que estuviera presente mi abogado, aunque no tenía nada que ocultar. Los conduje al salón principal y la mujer llevó su máquina estenográfica y la colocó sobre una mesita. Los otros se sentaron en un diván, con los magnetófonos delante. El interrogador sacó un dosier de unos treinta centímetros de alto, que depositó cuidadosamente en la mesa que tenía junto a él. Me senté enfrente."-


—Es Charles Chaplin su verdadero nombre?

- Sí.

- Algunas personas dicen que su nombres es…aquí mencionó un nombre de evidente sonido extranjero y que usted es originario de Galitzia.

- No. Mi nombre es Charles Chaplin, como mi padre, y nací en Londres, Inglaterra.

- Dice usted que no ha sido nunca comunista?

- Nunca. No he formado parte jamás de una organización política en mi vida.

- Usted pronunció un discurso en el que dijo «camaradas». ¿Qué quería usted dar a entender con eso?

—Exactamente eso. Busqué la palabra en el diccionario. Los comunistas no tienen la exclusiva de esa palabra.

— Ha cometido usted alguna vez adulterio?

— Óigame —le contesté—, si está buscando una argucia para echarme del país, dígamelo y arreglaré mis asuntos de acuerdo con ello, porque no deseo permanecer en ninguna parte donde se me considere persona non grata.

—Oh, no! —me dijo—; es una pregunta que se hace al tramitar todos los permisos para una nueva entrada.

—Cuál es la definición de «adulterio»? —pregunté.

- Significa “fornicaciòn con la esposa de otro hombre” – me dijo

- No, que yo sepa -le dije

- Si este país fuese invadido , lucharía por defenderlo?

- Con toda seguridad, quiero a esta Nación, aquí tengo mi hogar y aquí he vivido durante 40 años

- Pero Ud. no se ha hecho ciudadano americano.

- No hay ninguna ley en contra de eso. Sin embargo pago aquí mis impuestos.
- Pero por que sigue las consignas del partido?

– Si Ud. me dice lo que son las consignas del partido y de que partido podré contestarle si las sigo o no.




Tras perder los republicanos en 1954 el control del Senado, McCarthy fue reemplazado como presidente del comité de investigación. Poco tiempo después, el Senado le condenó por 67 votos contra 22 por su actitud "contraria a las tradiciones del Senado". A partir de ese momento el Gran Inquisidor se convirtió en un apestado a quien todos rehuían. No perdió su escaño, pero en el tiempo de legislatura que le quedó el Senado se vaciaba cuando él hablaba. Los demás senadores le hacían desplantes, la prensa le ignoraba absolutamente y su condición física se deterioró notablemente. “Es un pálido fantasma de lo que antes era”, diría un cronista. Siempre había bebido, pero ahora aparecía borracho en el mismísimo Senado, ante padres de la patria y periodistas. En la primavera de 1957 ingresó en el Hospital Naval de Bethesda, donde murió el 2 de mayo de cirrosis hepática causada por el alcohol. Solamente tenía 48 años. Hubo que celebrar una elección en Wisconsin para cubrir su escaño, y lo ganó un demócrata, William Proxmire. Su sucesor puso el epitafio a McCarthy:


 “Fué una desgracia para Wisconsin, para el Senado y para América”.


De igual forma se recuerda en EEUU, la figura Edgar Hoover, el temido e implacable jefe del FBI. cuyo epitafio correcto sería:

" Aquí yace un asesino "




http://cineclasico4.webcindario.com/caza.htm 

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