Una de las grandes intuiciones morales de la humanidad es la necesidad de la trascendencia que todos tenemos. Sin ella, nada, absolutamente nada se sostiene. En esta nueva línea de análisis, paralela a la sección Microrrelatos, nuestra línea es facilitar el encuentro del espectador con esa trascendencia -el bien, la verdad, la belleza, la unidad-; en esta ocasión a través de una buena película, El viajante, y de algunas características de su director.

El director: Asghar Farhadi

Asghar Farhadi es quizás el director cinematográfico más importante de su país, Irán. Además, su obra tiene una repercusión mundial, de tal modo que la revista Time lo incluyó hace unos años entre las cien personas más influyentes del planeta. Puede afirmarse que su cine aúna lo mejor del universo sentimental de Occidente con la narrativa y la ética de Oriente.
El viajante Asghar Farhadi CinemaNet Analisis 1
Su obra refleja la existencia humana con sus heridas, dejando la puerta abierta no tanto a los problemas de la vida y sino a su misterio. Nos enseña de forma sutil y elegante la profundidad de la persona y la mezcla de sentimientos cuando se presentan situaciones límites; y sabe, de todo ello, dejar poso, abrir espacios sin durezas e imposiciones a las preguntas transcendentales.
Sencillamente, es lúcido y elegante al expresar lo complejo. Otorga a sus relatos una intriga especial, casi policial, mientras que lleva a la reflexión sobre las diversas dimensiones de cada hombre:carácter, educación, ideales, carencias, religión… Y todo ello captado con precisión, con espléndidos diálogos, con gestos cotidianos.
Su cámara va girando y aumentando la tensión del problema planteado; cada vuelta de tuerca narrativa llega acompañada de un sorprendente vistazo al entorno que dio forma a estos seres y a sus razones para reaccionar como lo hacen. Farhadi es un genio moviendo las piezas de su rompecabezas lo justo para lograr el máximo efecto.
Muestra su habilidad para orquestar dilemas morales terriblemente complejos, que parten de dictados en apariencia intrascendentes que tienen consecuencias, quizá́ fatales, para personas que creen estar haciendo lo correcto. Con razón se ha escrito que lo que lo que Asghar Farhadi intenta decir habitualmente con sus películas es, más o menos, lo que Jean Renoir destacó en La regla del juego (1939): todos tenemos nuestras razones.

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La película: El viajante

2016: Premios Oscar: Mejor película de habla no inglesa
2016: Globos de Oro: Nominada a Mejor película de habla no inglesa
2016: Festival de Cannes: Mejor actor (Shahab Hosseini) y Mejor Guión
2016: National Board of Review (NBR): Mejor película de habla no inglesa
2016: Critics Choice Awards: Nominada a Mejor película de habla no inglesa
2016: Festival Internacional de Valladolid – Seminci: Sección oficial
2016: Satellite Awards: Mejor película de habla no inglesa
Emad y Rana son un matrimonio que forma parte del reparto en una producción teatral, La muerte de un viajante. Al principio de la película los vemos obligados a buscar una nueva vivienda. Deben dejar su piso en el centro de Teherán a causa de los trabajos que se están efectuando y que amenazan con el derrumbe del edificio. Se instalan en la casa que les facilita un amigo y la mudanza conlleva el agobio propio de la situación.
Poco después de haberse instalado, Rana es atacada en la ducha por un visitante que, en realidad, buscaba a la inquilina previa del lugar, quien, al parecer, se dedicaba a la prostitución. Rana queda traumatizada, y a partir de este suceso -con una elipsis muy adecuada en el film- va cambiando dramáticamente la vida de la joven pareja. Un derrumbamiento progresivo en las relaciones amorosas.
Se mezclan culpabilidad, sensación de impotencia, necesidad de venganza, furia, desconcierto, celos. El gran dilema es que el marido quiere venganza; y la mujer, rota, ante lo que le ha ocurrido sin mediar por su parte absolutamente nada, y siendo totalmente inesperado, opta por perdonar. Y esa es la situación ¿pueden convivir la sed de venganza del hombre ofendido con la necesidad de perdón y el sufrimiento de su mujer? ¿Qué se ha roto? ¿Se puede enderezar? ¿Qué va a pasar?
Emad representa también el valor de la tradición en Irán, mientras que en Rana se exaltan virtudes de la mujer, particularmente la grandeza de corazón y la capacidad de perdón. Sin abundar en los paralelismos, el título hace referencia a Muerte de un viajante, de Arthur Miller. Los protagonistas son actores y, mientras sucede todo, ellos representan el fracaso épico del protagonista de esta obra, Willy Loman, que, en realidad, se parece demasiado al de cualquiera de nosotros.
Transcurren en paralelo, y sin apenas rozaduras, esas dos puestas en escena de la película: continúan los ensayos de la obra y continúa la «obra» del suceso entre ellos, entre una mujer humillada y un hombre incapaz de gestionar las contradicciones que le asaltan. Una película intensa a la vez que sobria, que se dirige a partes iguales a la razón y al corazón.

El viajante Asghar Fahradi Oscar Irán

Saber ver en el cine y en la vida

La importancia de gestionar y cuidar el amor conyugal, sean cuales sean las circunstancias que la vida nos depare. Tal como señala el Papa Francisco en la Amoris Laetitia (núm. 143):
“Deseos, sentimientos, emociones, eso que los clásicos llaman “pasiones” (…) Es propio de todo ser viviente tender hacia otra cosa, y esta tendencia tiene siempre señales afectivas básicas: el placer o el dolor, la alegría o la pena, la ternura o el temor. Son el presupuesto de la actividad psicológica más elemental. El ser humano es un viviente de esta tierra, y todo lo que hace y busca está cargado de pasiones”
Es decir, que en su origen, las emociones se escapan al control de la voluntad; su integración no es espontánea, y ahí está el valioso arte de la fidelidad conyugal: luchar una y otra vez en integrar la pasión en la verdad de la persona, en el amor. Tanto Farhadi como su película nos dan pie para repensar el tema.