viernes, 29 de septiembre de 2017

El segundo sexo Simone de Beauvoir (Uno de los libros más importantes del Siglo XX)

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El segundo sexo - UPV

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La perspectiva que adoptamos es la de la moral existencialista. Todo sujeto se plantea concretamente a través de proyectos, como una trascendencia; no.


Lectura y relectura de El segundo sexo

Simone de Beauvoir

La mujer no nace, se hace. Esta sencilla y revolucionaria declaración de principios, formulada por Simone de Beauvoir en El segundo sexo hace ya cincuenta años se convirtió en la declaración de independencia de las mujeres, a las que incitaba a recobrar su destino. Cincuenta años después, álvaro Pombo analiza los obstáculos y la incomprensión de gentes como el mismo Ortega y Gasset, que hubo de salvar el libro “de la espléndida, verdadera y feroz” Simone de Beauvoir que acaba de reeditar Cátedra



ÁLVARO POMBO | 21/02/1999 
Tan importante, tan verdadero y liberador fue este libro de Simone de Beauvoir hace cincuenta años, tan esencial sigue siendo para entender las relaciones entre hombres y mujeres, tan en la calle está hoy día, en las oficinas, en la boca de gente que no sabe ya ni de donde proceden las sensatas ideas que meditan, que casi resulta ocioso recomendar su lectura a nuestras generaciones más jóvenes.
Creo que la mejor manera de dar idea a los jóvenes del tipo de obstáculos que El segundo sexo tuvo que salvar para hacerse entender es comentar aquí la primera lectura que hizo de este libro nuestro más lúcido pensador anterior a Xavier Zubiri: José Ortega y Gasset.
La mujer, lo femenino, está presente en todo el sistema vital, teórico y práctico, de Ortega. Tanta importancia da al ser de la mujer, a su cuerpo, a su alma, que se sirve de ella para refutar la génesis del otro en las Meditaciones Cartesianas de Edmund Husserl.
Critica Ortega que para explicar la aparición del otro, se sirva Husserl de una transposición o proyección analógica. Al investigar los parecidos y las diferencias entre el otro y la otra, entiende Ortega que está mejorando la descripción genética husserliana. Pero dejemos de lado el juicio filosófico de esta tesis y centrémonos en la descripción de lo que Ortega llama: la feminidad esencial de la mujer. Tres caracteres primarios pertenecen esencialmente a la mujer: Primero: la confusión (por contraste con la intimidad varonil). Frente al varón, que es claro y sabe lo que quiere, la mujer -según Ortega- vive en perpetuo crepúsculo: por ello es constitutivamente secreta. Es un secreto, sobre todo, para sí misma. “Esto proporciona a la mujer la suavidad de formas que posee su alma y que es para nosotros lo típicamente femenino”. Segundo: “Esa intimidad que en el cuerpo femenino descubrimos y que vamos a llamar mujer, se nos presenta desde luego como una forma de humanidad inferior a la varonil”. Ortega es consciente de que esta declaración irritará en el año en que la escribe, 1957. Para contrarrestar dice: “No existe ningún otro ser que posea esta doble condición: ser humano y serlo menos que el varón. En esta dualidad estriba la simpar delicia que es para el hombre la mujer”. Aquí es donde comienza Ortega el ataque frontal a El segundo sexo: A Simone de Beauvoir, dice Ortega, “le parece intolerable que se considere a la mujer -y ella misma se considere- como constitutivamente referida al varón, y por lo tanto no centrada en sí misma [...] Y la señora Beauvoir piensa que existir en referencia a otro es incompatible con la idea de persona, la cual radica la libertad hacia sí mismo”. A diferencia de la mujer, entiende Simone de Beauvoir según Ortega que “el varón consiste de modo eminente en referencia a su profesión”. Y añade Ortega que la profesionalidad es quizá el rasgo más masculino de todos, por lo que no tener profesión es vivido por el varón como afeminamiento. Concluye Ortega que, tras leer El segundo sexo, nos quedamos con la impresión de que la autora confunde las cosas, exhibiendo así, casi sin querer, la autenticidad de su ser femenino (la confusión). Tercero: el cuerpo femenino está dotado -según Ortega- de una sensibilidad interna más viva que la del hombre. En esto, Ortega ve “una de las raíces de donde emerge sugestivo, gentil y admirable, el espléndido espectáculo de la feminidad”.

L as lectoras de este artículo sonreirán sin duda ante la deliciosa ingenuidad varonil de Ortega. O quizá no sonrían, quizá, leyendo esto, casi cincuenta años más tarde, comprendan cómo una inteligencia tan lúcida y atenta a la actualidad como la de Ortega, pudo confundirse tanto con respecto al ser de las mujeres. Me explico: lo grave de sus descripciones de la mujer, esparcidas por toda su obra, consiste en que, bajo su apariencia descriptiva, contienen, formuladas en ese emotivo lenguaje preciosista que Ortega adopta para la ocasión, un tono prescriptivista inconfundible: Ortega no describe a la mujer, sino que prescribe, como varón facultativo que es, una esencia para la mujer. Y nos preguntamos: ¿Cómo pudo confundirse tanto? Mi tesis es que, con respecto a la mujer, Ortega ni siquiera llega a confundirse, porque sus prescripciones no proceden de su yo inteligente, sino -por usar la expresión de J. A. Marina- de un yo ocurrente que en el fondo comulga en todo con las ideas convencionales que sobre la mujer tuvo Ortega, con el apoyo de dos milenios de tiranía clerical y moral. En cambio, en El segundo sexo, Simone de Beauvoir se limita a contar cómo es la mujer actual, y acierta en todo porque cuenta lo que ve, y no lo que imagina o desea prescribir para todas las mujeres en general. Convendría añadir lo siguiente: los lectores interesados en verificar mi idea de origen no-racional de las ideas de Ortega sobre la mujer, deben ver los textos de Ortega pertenecientes a ¿Qué es filosofía? Una vez más aquí la vibración estilística denota el origen emotivo de las ideas de Ortega sobre la mujer. Al comparar en la lección sexta la inteligencia con el instinto, dice que “la idea no puede luchar frente a frente con el instinto, tiene poco a poco que domesticarlo, encantarlo. La idea es [...] femenina, y usa la táctica inmortal de la feminidad, que no busca imponerse con derechura como el hombre sino pasivamente, atmosféricamente”. Mis amigas ejecutivas, escritoras, ecologistas, de Barcelona y Madrid se reirán seguro con esto. Y comprenderán, sin duda, la importancia que tuvo, y tiene todavía, El segundo sexo de la espléndida, verdadera y feroz Simone de Beauvoir. 

http://www.elcultural.com/revista/letras/Lectura-y-relectura-de-El-segundo-sexo/13551

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EL SEGUNDO SEXO Y SU LUGAR EN EL DESARROLLO DEL PENSAMIENTO FEMINISTA

 

Autora: Lic. Marlien Rodríguez Figueredo.

Introducción

La conducta humana, la manera de ser y relacionarse cada sujeto expresa en su contenido el proceso de desarrollo individual que tiene lugar a lo largo de la vida. Es de esta forma que se gesta la personalidad siendo para ello imprescindible el proceso de socialización. Cada individuo se desarrolla en sociedad, de ahí su consideración como “ser social”; por tanto, el contenido de su personalidad estará perneado por las creencias y enseñanzas trasmitidas en los diferentes contextos de socialización. De esta manera la familia, la escuela, la comunidad y el grupo de amigos enseñan a cada persona como debe comportarse en dependencia del sexo, considerado el principal mediatizador de la conducta humana. Por tanto, se asumen roles de género, lo que no es más que la acción socialmente objetivada e institucionalizada por la que cada individuo se comporta según el modelo preestablecido respecto a lo que es ser hombre o mujer 1. Es precisamente la internalización de las implicaciones del ser hombre o mujer lo que conforma la identidad de género. Sin embargo el contenido de esta formación personológica en las féminas no se corresponde en todos los casos con las aspiraciones reales  lo que conlleva a la lucha contra quienes abogan por la dominación y superioridad masculinas. Surge de esta forma “el feminismo”. Este tiene como objetivo fundamental la obtención de cambios en torno a la identidad femenina, por lo que propone cambios singulares respecto al lugar que ocupan las féminas en la sociedad.
La actual reflexión partirá de recordar los orígenes del movimiento feminista el cual está integrado por hombres y mujeres dedicados a la defensa de los derechos de la mujer; luego, el análisis se concentrará en una de las figuras pioneras  del pensamiento feminista: Simone de Beauvoir y en la obra que la convirtió en “la madre del feminismo 2”: “El segundo sexo”. Para profundizar en el contenido de la obra se acudirá a su base filosófica existencialista y a la psicología del desarrollo para relacionar las implicaciones de la etapa del desarrollo en la que escribe este libro con su contenido y finalmente se demostrará la vigencia de tan afamada obra.

Desarrollo

¿De dónde viene el feminismo?

La jerarquización de los sexos se considera un hecho histórico y universal 3, ya que existen registros sobre la existencia de la etapa dorada del matriarcado 4 precedente del patriarcado. Este hecho es negado por muchos investigadores, sin embargo, la obra de Carl Marx afirma su existencia, señalando además la instauración de la propiedad privada y la división de clases  como causas del cambio que desfavoreció a las féminas. Independientemente de la existencia o no de un matriarcado existe un movimiento que asume una posición activa ante la eliminación del patriarcado, este movimiento es reconocido como el feminismo.
El feminismo surge fundamentalmente debido a la toma de conciencia acerca de las desigualdades causadas por los géneros y  persigue mayor justicia social. Es definido como un movimiento social y político 5, ya que defiende una ideología que aboga por los intereses de las mujeres. Las ideas que defiende parten de la experiencia vivida por las féminas y el principal objetivo es la desestructuración de la identidad femenina patriarcal, ya que logrando esto, terminaría la sumisión y posición de desventaja a la que han sido sometidas las mujeres. La teoría feminista cuestiona la relación lineal establecida entre sexo, sexualidad y poder social, político y económico. Marcuse decía que el movimiento feminista actuaba a dos niveles: el de la lucha por conseguir la igualdad completa en lo económico, en lo social y en lo cultural y el otro que tiene como contenido la construcción de una sociedad en la que quede superada la dicotomía hombre-mujer, una sociedad con un principio de la realidad nuevo y distinto 6.   Esta idea es demostrada con la historia del movimiento feminista y con los logros que se obtienen a lo largo de la historia de este justo movimiento.
En relación al inicio del feminismo se considera que a principios del siglo XV se produce en Europa la denominada “Querella de las mujeres”, polémica literaria y filosófica que trata sobre la naturaleza y el valor del sexo femenino. Esto tuvo gran relevancia y se extendió hasta el siglo XVIII, apareciendo la figura de Crhistine de Pisan quien rechazaba la autoridad masculina y sostenía que la inferioridad de las mujeres se debía a la carencia de educación. En Francia aparejado a la Revolución francesa se produce un auge de las ideas feministas,  aquí se ubica el inicio del feminismo como movimiento, destacándose la figura de Olympia de Gouges, quien fue guillotinada por su disidencia feminista.  Paralelamente en Inglaterra Mary Vollstone Kraft escribe y publica el libro “Vindicación de los derechos de la mujer”, primer libro que defiende los derechos de la mujer, esta valiente fémina refiere por vez primera la responsabilidad del estado en la situación de las mujeres. De esta forma en todo el mundo se producen los primeros indicios de la lucha femenina protagonizados por personalidades aisladas sin existir aún un movimiento organizado.
En 1840 las delegadas a en Inglaterra a la Convención Mundial Antiesclavista fueron obligadas a ocultarse, lo que impulsó el primer paso hacia la organización feminista en Estados Unidos. La primera acción del feminismo como movimiento aparece en la primera convención sobre los derechos de la mujer, en Séneca, Nueva York en el año 1848, las resoluciones que allí se promulgaron exigían la igualdad de derechos en los diferentes ámbitos. Entre 1850 y 1920 las mujeres en Inglaterra luchaban por leyes más justas en cuanto al matrimonio, la custodia de los hijos, el acceso a la educación y al voto, así como por el control de sus bienes. En 1851 Harriet Taylor Mill inspirada por los logros en Estados Unidos escribió su ensayo sobre el sufragio de las mujeres para reclamar la plena igualdad de derechos políticos y civiles para las mujeres. Sin embargo la primera feminista reconocida en Inglaterra fue Barbara Leigh Smith, quien fundó una escuela para mujeres, en 1855 organizó un comité de mujeres las que organizaban mítines públicos para reclamar la igualdad de derechos. Luego, en 1865 se funda el Comité por el sufragio femenino. Todos estos acontecimientos hicieron posible el logro de una mejor posición social y si bien aun faltaba mucho espacio por ganar, sentó las bases para posteriores acciones, tales  como los congresos celebrados en 1915 en Berna y Haya.
Posteriormente en 1938 Virginia Wolf publica la obra “Tres Guineas”, con la que se identifica el feminismo como el paso más directo hacia la paz y contra el fascismo. Luego, la historia del feminismo, reconoce toda esta actividad feminista como La primera ola feminista y en la década de los 60 se produce 'la segunda ola”, denominada además la etapa sufragista.
Las primeras ideas defendidas abogan por la igualdad, principalmente la igualdad de derechos, luego a partir de la segunda ola se registra la existencia de movimientos feministas que parten del reconocimiento de las diferencias y a partir de ahí defienden el lugar de las mujeres en la sociedad. A pesar de las diferencias en los puntos de partida de esta segunda ola no hubiera sido posible si no es impulsada por los primeros movimientos feministas en los que tuvo gran importancia el que es reconocido como el texto fundacional del nuevo feminismo: la obra de Simone de Beauvoir “El segundo sexo”. Es en este momento cuando se habla por primera vez de la diferencia en la igualdad, por tanto representa el cierre de una etapa y el comienzo de una nueva forma de pensamiento.

No se nace mujer se llega a serlo…

La frase más reconocida del libro “El segundo sexo” por el feminismo es la referida en el inicio de este apartado. Con esta, despertaron las feministas que al parecer estaban conformes con lo logrado hasta entonces. Esta afirmación explicita el reconocimiento que realiza la autora  del carácter procesal de la identidad femenina, la misma refiere: No se nace mujer: se llega una a serlo. Ningún destino biológico, físico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; la civilización es quien elabora ese producto intermedio entre el machoy el castrado al que se califica como femenino   7". La autora comparte la idea que solo con la socialización se aprehende a ser mujer, lo que no está determinado ni física, ni biológicamente y que incluso es una cuestión de “elección personal” a partir de lo que la sociedad promueve en forma de normas, estereotipos y creencias al respecto. Por tanto niega el carácter accidental de la identidad femenina, analizando estructuralmente los sexos, para lo que se da una jerarquización de la significación sexual, psicológica, familiar y simbólica. El texto ofrece un cuestionamiento sobre por qué la sociedad tiene que transmitir y mantener la posición en la que las féminas “deben ser” obedientes y sumisas con respecto a los hombres; por qué, si genéticamente no existe inferioridad la cultura patriarcal disminuye las posibilidades de las mujeres. A partir de este cuestionamiento y tomando como referencia sus vivencias la autora propone cambios que tributen a una construcción diferente de la identidad femenina con la cual se gane libertad y un espacio propio que responda a los intereses y necesidades de las mujeres que no sea a la sombra de los hombres.
Este libro fue escrito en el año 1949, luego de las guerras mundiales, donde la actividad feminista estaba por decirlo de algún modo en calma, ya que las mujeres habían obtenido algunas de las metas que se habían trazado en su lucha por obtener iguales derechos de los hombres. Representa el punto medio entre el feminismo de la igualdad y el feminismo de la diferencia ya que introduce la lucha por el reconocimiento de las diferencias entre hombres y mujeres.  Esta obra rompe con las creencias anteriores y llega para demostrar que aún había mucho que hacer para ganar el espacio que merecían las mujeres que no era precisamente el de ser vistas como “lo otro que no es hombre”. Se considera una de las obras más relevantes del siglo XX por su contenido no solo feminista sino además por tratar temas como  la creación literaria, el desarrollo de la izquierda antes y después de la II guerra mundial, sobre la percepción del yo en el psicoanálisis, entre otros respaldados por su ideología existencialista.  
El antecedente considerado históricamente de esta obra es la afirmación de Mary Volstone Kraft: “las mujeres no nacen, se hacen”, sin embargo con “El segundo sexo” se trasciende la explicación de la determinación sociohistórica de ser mujer a partir del análisis multidisciplinario del ser mujer. La autora parte de la visión masculina, describiendo luego los significados de ser mujer y proponiendo cambios. El segundo sexo provocó la toma de conciencia de las diferencias e hizo un llamado a cambiar la relación mujer-medio a partir de los fundamentos del existencialismo.

El existencialismo en “El Segundo sexo”

El existencialismo es un movimiento filosófico que destaca la libertad del hombre, su objetivo fundamental es el análisis del sentido individual de la vida humana. Sostiene que cada sujeto no representa una parte del todo, sino que es un todo. En esta afirmación queda implícito el sello de diferencia que caracteriza la personalidad humana. Nicola Abagnano lo define como una filosofía que se concibe y ejercita como análisis de la existencia, siempre que por existencia se entienda el modo de ser del sujeto en el mundo 8. Sus antecedentes fundamentales son la fenomenología de Husserl y la filosofía de Kierkegaard y entre los pensadores más destacados se reconoce a Jean Paul Sartre, esposo de Simone de Beauvoir y con el cual compartía la posición filosófica señalada.
La relación entre hombre-medio es el objeto central del existencialismo defendido por la autora del Segundo sexo. Su reflexión parte del reconocimiento del sexo femenino como diferente del masculino, afirmando que deben ser las mujeres quienes construyan su identidad, cosa que no sucedía, ya que el contexto patriarcal decía como debían ser las mujeres. Simone relaciona el ser mujer con las atribuciones sociohistóricas y señala que las féminas eran víctimas de las creencias sociales. El existencialismo que refleja su obra representa una protesta frente a la asociación de los roles femeninos con la genética de las mujeres lo que era una justificación para definir como debían comportarse las mujeres. Esta filosofía permite a la autora tomar su experiencia como referente de la ideología que profesa y a partir de ella discutir y proponer soluciones a los problemas inherentes  a las mujeres, a partir de revelar lo que trae consigo ser mujer en una descripción de sus vivencias. Por tanto su objetivo era cambiar la relación mujer-medio,  a partir de la justificación de la existencia de las mujeres como seres independientes y capaces que necesitaban realizarse como seres humanos y asumir independencia.  

Consideraciones finales

El segundo sexo, reflejo interpretado de la realidad femenina del siglo XX, que a pesar de distar en algún sentido de la posición de las mujeres en siglos anteriores demuestra que siempre se puede hacer más si de lograr una identidad real y justa se trata. Su autora, Simone de Beauvoir a pesar de haber sido educada en la religión cristiana es capaz de romper con la educación infantil para asumir una posición filosófica que le permite explicar la realidad femenina desde la concepción del ser humano como dueño de su vida y desde la aceptación del papel del medio social en la construcción de la identidad de género como parte de la personalidad humana. Escribe esta obra a los 42 años, etapa que desde la Psicología se considera un momento de recuento y análisis de la historia personal 9 y de hecho “El segundo sexo” no es más que eso, el reconocimiento de la posición de las mujeres en una sociedad patriarcal a partir de las vivencias de la autora, mostrando la insatisfacción que representaba ser consideradas como la otra parte y no como una parte original y con características propias. La madurez científica y personal que encierra esta obra referente del feminismo demuestra la fuerte convicción de la autora de romper con estereotipos y prejuicios que le permitan vivir más libremente en el lugar que ella considera debe tener la mujer en la sociedad.
A mi juicio este escrito tiene vigencia tanto en el siglo pasado como en el actual ya que si bien hoy las mujeres somos respetadas y estamos insertadas en varios medios aún debemos ganar más respeto y confianza en nuestras capacidades. La obra de Simone referida en este ensayo debe retomarse para recordar que fue lo que conllevó al feminismo de la diferencia, rompiendo con el feminismo de la igualdad que caracterizó las primeras etapas del movimiento feminista, debe recordarse para tomar conciencia que es el medio quien pone barreras y limita a las mujeres. Es importante que hombres y mujeres la retomen en sus estudios, ellos para que conozcan más a las mujeres y ellas para que se descubran y conquisten su espacio a partir de la comparación de su historia de vida con la referida por la autora y dejen de conformarse con lo logrado hasta ahora. Además nunca debe olvidarse ya que es una de las obras insignes del feminismo por tanto cualquier mejora en la posición de las féminas es resultado de la repercusión que tuvo en el siglo pasado la publicación del “Segundo sexo”.

1. Sociología de las mujeres españolas, pág. 274.
2. Wikipedia: http://www.quedelibros.com/libro/60729/El-Segundo-Sexo.html
3. El Islam y el segundo sexo, pág. 201.
4. El Islam y el segundo sexo, pág. 196.
5. Tomado del artículo “Contexto histórico del feminismo”.
6. Tomado de artículo “Contexto histórico del feminismo”.
7. El segundo sexo, tomo II.
8. Wikipedia: http://www.quedelibros.com/libro/60729/El-Segundo-Sexo.html
9. Psicología del desarrollo, pág. 301.
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"El «neofeminismo» nació con "El segundo sexo", de Simone de Beauvoir"

Homenaje en Madrid a la escritora francesa

Simone de Beauvoir, la pensadora francesa cuya autobiografía acaba de aparecer en España, fue la iniciadora de lo que hoy se llamaría neofeminismo, con su obra El segundo sexo, que representó el fin del feminismo clásico, dijo una de las mujeres que intervino en el homenaje dedicado anteayer en Madrid a la compañera de Sartre. Precisamente, las cuatro personas que participaron en el debate decidieron eludir en lo posible en el acto el nombre del filósofo fallecido, para que el homenaje fuera sólo para Beauvoir.
Como un acto de homenaje a la figura de Simone de Beauvoir transcurrió el coloquio sobre la actualidad de su pensamiento que, con motivo de la aparición de su autobiografía, publicada en tres volúmenes por EDHASA, promovieron esta editorial y la Librería de Mujeres de Madrid. La celebración tuvo lugar en el artístico marco del Salón Real de la Casa de la Panadería, con asistencia de un numeroso público que participó, en un animado coloquio final sobre la escritora y filósofa.Las principales aportaciones de la vida y obras de Simone de Beauvoir en los campos del feminismo, de la filosofía, de la literatura y de la política fueron analizadas por especialistas en las respectivas materias: Jimena Alonso, militante del Frente de Liberación de la Mujer; Celia Amorós, profesora de Filosofía de la UNED; Imelda Navajo, editora y crítica, y la juez Manuela Carmena, junto a Marta Pessarrodona, que actuó de moderadora y en representación de EDHASA.
Tras unas anécdotas que relató Marta Pessarrodona, reveladoras del significado que tuvo la figura de Simone para las mujeres de su generación, Jimena Alonso hizo un recorrido por su trayectoria vital como trasfondo de sus teorías feministas expresadas en El segundo sexo y su integración, a la edad de 62 años, en el ascendente feminismo francés de los setenta, al firmar el famoso manifiesto a favor del aborto. Esta militancia activa provocó la modificación de algunos presupuestos teóricos formulados en El segundo sexo, obra que para Jimena Alonso representa el fin del feminismo clásico.
Considerada convencionalmente como discípula por antonomasia de Sartre en el terreno filosófico, la obra de Simone de Beauvoir representa un aporte propio y fundamental, según señaló Celia Amorós: la radicalización del análisis de la condición humana que hace el existencialismo, lo que supone erradicar el sexismo ideológico que impregnaba la moderna filosofía. En este sentido, dijo Celia Amorós, la filósofa francesa encarna la autoconciencia del movimiento feminista.

Escritora comprometida por excelencia

En la obra literaria de Simone de Beauvoir, Imelda Navajo, que se aproximó a ella con perspectiva de «lectora no fanática», más que como crítica literaria, resaltó «cierto sentido mesiánico del papel del intelectual como redentor de la sociedad, representación adolescente que arrastra toda su vida, y una fabulosa facultad para novelar su propia existencia que le justifica de todos los ataques que ha recibido por dedicarse a escribir una y otra vez su autobiografía».«Yo situaría a Simone de Beauvoir», dijo Imelda Navajo, «entre lo que ha sido la literatura femenina tradicional, lastrada, como dijo Virginia Woolf, por la incapacidad de concebir verdaderos personajes femeninos, y los nuevos campos y conceptos que abre al dar paso en sus novelas a una serie de protagonistas femeninas que tienen vida propia».
Por último, Manuela Carmena trató la dimensión política de la autora de El segundo sexo absolutamente mediatizada por la influencia de Sartre hasta que, con la guerra de Argel, Simone de Beauvoir deja de hablar de una forma imperceptible de nosotros para referirse a temas políticos y empieza a mostrar sus propias posturas y actitudes.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de diciembre de 1980
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