viernes, 1 de septiembre de 2017

EDUARDO LAGO EL AZAR Y LA MUERTE Paul Auster


Paul Auster: “No estoy seguro de tener la fuerza necesaria para escribir otra novela”

Tras siete años de silencio en ficción, el escritor publica '4321', donde usa elementos autobiográficos de su infancia


"Reflexionando sobre la soledad inhe­rente al oficio de escribir, Auster comenta: “A veces me pregunto por qué me he pasado la vida encerrado en un cuarto escribiendo cuando afuera está el mundo lleno de vida y de posibilidades. La escritura exige entregarse a ella sin fisuras, abrirse a toda forma posible de dolor, de gozo, a todas las emociones que es posible sentir. Hacerlo bien requiere coraje moral. Ninguna otra ocupación exige a quien la desempeña que entregue el ser, el alma, el corazón y la cabeza sin saber si al final habrá recompensa”. ¿Quiere esto decir que nunca volverá a haber otra novela de Paul Auster? “No lo quiero afirmar tajantemente, pero no estoy seguro de tener la fuerza necesaria para escribirla”.

EL AZAR Y LA MUERTE

EDUARDO LAGO

Según en qué momento, Paul Auster invoca cuatro historias distintas que explican por qué acabó siendo escritor. En todas juegan un papel determinante el azar y (salvo en una) la muerte. En la primera, el futuro escritor tiene ocho años y está en los alrededores del estadio de los Giants. Tras ver un partido de béisbol se dispone a volver a casa con sus padres cuando ante él irrumpe el legendario Willie Mays. Incapaz de controlar la emoción, el pequeño le pide un autógrafo. Mays accede, pero cuando llega el momento de firmar resulta que nadie lleva encima un lápiz. Aquel día tomó la decisión de no salir jamás a la calle sin un lápiz, aunque a la hora de la verdad no llegó a necesitarlo: 52 años después, siendo ya un autor reconocido, Willie Mays le regaló una pelota de béisbol con su firma. En la segunda historia, Auster tiene 14 años y está en un campamento de verano cuando una tormenta de relámpagos lo sorprende junto a unos compañeros en un bosque. Pensando que lo mejor es buscar refugio en un claro al que sólo es posible llegar pasando por debajo de una alambrada, los muchachos deciden atravesarla de uno en uno. Cuando lo estaba haciendo el chico que iba antes que él, le cayó un rayo encima y lo electrocutó. “Aquel día aprendí que la muerte acecha entre nosotros y puede golpear en cualquier momento. Esa idea está en la base de todo lo que escribo”, afirma el escritor al principio de la larga conversación sobre 4321. En otro momento, evocando la figura de su padre, Auster menciona “su gran tragedia familiar”. No la vivió directamente, pero era inevitable que el escritor acabara siendo el depositario de aquella historia. Cuando Sam Auster tenía siete años, su madre, abuela del escritor, asesinó a su esposo en la cocina de la casa familiar. “Mi padre tenía siete años, era el benjamín de los hermanos, y tuvo que vivir toda su vida con aquello”. En la cuarta historia, en la que también figura su padre, la muerte y el azar se combinan de manera diabólica. La noche que, tras un bloqueo de 10 años, Paul Auster por fin logró escribir un texto en prosa del que se siente satisfecho, su padre moría de un ataque al corazón mientras hacía el amor.

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