sábado, 2 de septiembre de 2017

Final de Dancer in the Dark Bailar en la oscuridad (2000)

La película de Lars von Trier es uno de los más claros ejemplos de historias injustas, en el que una madre que está perdiendo la vista, sufre desafortunadas circunstancias en las que se le acusa de un crimen que no cometió y debe enfrentar la pena capital.
La película se desarrolla en Estados Unidos en el año 1964. Selma (Björk) es una inmigrante checa que se muda a aquel país con su hijo Gene. Además padece una enfermedad hereditaria degenerativa que le está ocasionando una rápida ceguera progresiva. Por este motivo Selma ahorra centavo a centavo en una lata que guarda en su cocina para pagar una operación que evite que su hijo sufra el mismo destino.
Selma participa en la obra teatral The Sound of Music donde comienza a quedarse ciega. Cuando su vida es aburrida y miserable, comienza a tener alucinaciones donde ve a la gente en números musicales.
La vida de Selma comienza a ser una auténtica ruina; uno de sus supuestos amigos la traiciona, le ocurren cosas malas en parte por culpa de sus alucinaciones y otra por su enfermedad irreparable. Si nos damos cuenta, Selma está rodeada de mucho amor. Es una película de corte trágico, alineada con la corriente estética llamada "dogma 95"
https://es.wikipedia.org/wiki/Dancer_in_the_Dark
'Bailar en la oscuridad', la vida y la miseria y la muerte son música
‘Bailar en la oscuridad’ (‘Dancing in the Dark’, 2000) es uno de los filmes más bellos de los últimos tiempos y es algo más. Es un poema, cine revolucionario, que a diferencia de otras películas aupadas grotescamente a los altares por consenso divino, jamás ha despertado aquiescencias ni pactos de ninguna clase. Muy al contrario: se trata de un canto a la muerte capaz de alimentar desprecio, rechazo o desdén con tanta energía como convoca la vehemencia. Esto, para mí, es síntoma inequívoco de su juventud estética, pues ya dijo el gran poeta irlandés que cuando los críticos difieren, el artista está de acuerdo consigo mismo más que nunca. Y así es, realmente. Después de haber navegado por, y de haber traicionado, el voto de castidad del Dogma’95, von Trier era ya un artista más libre, lúcido, generoso y trágico que nunca, lo que se tradujo en uno de los melodramas musicales más sorprendentes, inclasificables y estremecedores que pueden verse en una pantalla.
https://www.espinof.com/criticas/bailar-en-la-oscuridad-la-vida-y-la-miseria-y-la-muerte-son-musica
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