sábado, 7 de octubre de 2017

¿Qué diría Juan Nuño?


Juan Nuño



Lo que Sartre procuraba era decirle a la gente lo que él comprendía de aquella época, ya que no quería alejarse de su destino de escritor, así el nazismo llevara todas las de ganar. Sartre ubica el drama en Argos, como si Argos fuera la Francia de la Ocupación con una Electra que se constituye en un paradigma de integridad moral
En el Siglo de Oro español, Quevedo escribió: "Retirado en la paz de estos desiertos,/ Con pocos, pero doctos libros juntos,/ Vivo en conversación con los difuntos,/ Y escucho con mis ojos a los muertos"; Baudelaire, 80 años antes, en "Una carroña", dijo: "Los insectos zumbaban sobre este vientre pútrido/ del que salían negras tropas/ de larvas... y en 1943 Sartre escribió Las Moscas, que recrea el mito de Electra y su hermano Orestes buscando vengar a Agamenón, su padre muerto en manos de Clitemnestra y Egisto.

Lo que Sartre procuraba era decirle a la gente lo que él comprendía de aquella época, ya que no quería alejarse de su destino de escritor, así el nazismo llevara todas las de ganar. Sartre ubica el drama en Argos, como si Argos fuera la Francia de la Ocupación con una Electra que se constituye en un paradigma de integridad moral.

Juan Nuño, en Las moscas, Escuchar con los ojos (Monte Ávila, 1993), nos dice: "Orestes regresa a Argos, su patria, y la encuentra llena de moscas. Una plaga, una nube de moscas abatida sobre la ciudad, enviada por los dioses, en castigo por el crimen cometido contra el rey por instigación de la esposa adúltera. Son unas moscas grandes, pegajosas, gordas, testimonio de la corrupción de todo un pueblo. Júpiter-Zeus, que se lo explica a Orestes, le dice que las moscas llegaron hace quince años y que cada día que pasa están más gordas; dentro de otros quince, ya parecerán ranas, de tan grandes que se han de poner.

De esa manera, con ayuda de la alegoría de las moscas, reactualizó Sartre hace medio siglo el drama de Orestes en el mundo antiguo. La visión dramática de Sartre hizo fortuna: las moscas son el emblema de la corrupción, la señal de la carroña, el símbolo de que algo está podrido en una comunidad. Tarde o temprano llegará el Orestes que inquiera el porqué de tal mosquero. ¿De cuál crimen son castigo ejecutor enviado por los dioses de la política? ¿Qué acción heroica, qué sacrificio será menester para que las moscas de la corrupción abandonen el cuerpo de un país esquilmado y repetidamente saqueado, gobierno tras gobierno, tribunal tras tribunal, autoridad tras autoridad? ¿O seguirán engordando, como las moscas de Argos, a fuerza de corrupción y crímenes, y de ranas pasarán a ratas o a zamuros, que también vuelan y son negros? Esa sería la imagen actual: si Sartre tuviera ahora que escribir la tragedia de Orestes pensando en Venezuela, en lugar de moscas, elegiría zamuros. Revolotean y viven de la corrupción que no cesa. La democracia como gran zamurera nacional". Nuño fue profético, la zamurera hoy picotea todos los rincones del poder. El abrazo de zamuros y carroñas son aquí emblemáticos

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