martes, 3 de octubre de 2017

William Wyler LA HEREDERA "un atormentado melodrama"






Título original
The Heiress
Año
Duración
115 min.
País
 Estados Unidos
Director
Guion
Ruth Goetz, August Goetz (Novela: Henry James)
Música
Aaron Copland
Fotografía
Leo Tover (B&W)
Reparto
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Productora
Universal Pictures
Género
DramaRomance | Siglo XIXMelodramaDrama romántico
Grupos
Adaptaciones de Henry James
Novedad
Sinopsis
Año 1849, en Nueva York. Catherine Sloper, una rica heredera, tímida, inocente, poco agraciada y no muy joven, es pretendida por un apuesto joven. Ella se enamora de él apasionadamente, pero su cruel y despótico padre se opone a la boda y amenaza con desheredarla. Adaptación de la novela de Henry James "Washington Square". (FILMAFFINITY)
Premios
1949: 4 Oscars: Actriz (Havilland), dir. artística B&N, vestuario y BSO. 8 nom.
1949: Globos de Oro: Mejor actriz (Havilland). 3 nominaciones, incluyendo director
1949: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor Actriz (Havilland)
1949: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión drama
Críticas

LA HEREDERA




-" Hay 100 mujeres más guapa que tú, 1000 más inteligentes, pero tú tienes una virtud que las superas a todas...dinero "

Bajo fachadas sobrias. William Wyler nos lleva a una exploración impúdica de esa sociedad repleta de buenas maneras, pero con sus entrañas llenas de diablos. Catherine Sloper, una joven poco agraciada, tímida y de alma inocente, es seducida durante un baile de sociedad por Morris, situación que rechaza un padre desconfiado porque el apuesto joven puede poner en peligro la fortuna familiar que esta joven heredará. Sobre estos tres vértices, Wyler elabora un drama denso y extremadamente cruel. En principio, podríamos hablar de una historia de amor; pero el maestro muestra de modo claro la psicología de los personajes que siempre te quedan dudas de si esta historia tiene lugar en algún momento. El director consigue una película en la que el amor y la traición tienen el mismo peso, servido, eso sí, con toda la sabiduría y maestría de un maestro. La labor del reparto principal es magistral. Olivia de Havilland conseguiría un Oscar más que merecido, llevándonos de una inocencia inicial a la crueldad y dureza en la que su personaje es abandonado. Clift conquista a todos. Es tal su poder de atracción, la seducción que realiza en la pantalla que pasamos del odio a la pena en una misma secuencia; aunque a la vez, mantiene un halo de misterio, de ambigüedad en la que no queda del todo clara su verdad traición. Punto y aparte, merece Ralph Richardson. Sin duda uno de los mejores secundarios norteamericanos y que aquí, está excelente representando al Dr. Austin, un hombre complejo, egoísta, dictatorial, incapaz de amar pues aún está anclado en un amor muerto que gravita por toda la película como un fantasma. Los duelos interpretativos que mantiene a lo largo del film tienen una altura prodigiosa. Todo llevado por la batuta de William Wyler que consigue otro de sus dramas imperecederos, con planificación deslumbrante....la secuencia final es sobrecogedora, recordando levemente a “La loba” y un amor por el detalle que va llenado la pantalla de una atmósfera única....todas las metáforas y elipsis que logra con las innumerables labores de punto de cruz que realiza Olivia de Havilland. Una película de época que nunca conocerá caducidad. El maestro William Wyler, empleando la misma técnica que en “La Loba” consiguió otra excelente película “La Heredera”, obra de gran éxito teatral basada en la novela de Henry James “Washington Square” con guión de los hermanos Augustus y Ruth Goetz, los cuales serian los encargados del guión de la película por deseo de Wyler.




Wyler consiguió de Morris un personaje ambiguo, sin una determinación totalmente diáfana, consiguiendo que fuera más creíble. Miriam Hopkins, perfecta en el papel de Celestina atolondrada... Todos ellos conforman una historia de desengaños y falsedades, de renuncias forzadas que desembocan en un cambio radical en el personaje de Catherine, al verse engañada por los dos seres que más ha llegado a querer, convirtiendo el amor que sentía por ellos en un odio cruel y total indiferencia. No podemos olvidar ese otro gran personaje que es la escalera, ya que es mucho más que un elemento decorativo, es un camino hacia la derrota y el abandono, es como si al subir sus peldaños se perdiera un tiempo fugaz de nuestra vida, hasta que la luz se va apagando. Escribir sobre La heredera es hablar de Olivia de Havilland. William Wyler quiso que la viéramos como un monstruo de feria: recatada, poco inteligente, tímida... pero fea no... !! Nunca !!. En muy contadas películas de Hollywood los sentimientos se han mostrado de forma tan cruda. Retrata perfectamente las acciones y reacciones de una mujer completamente enamorada de un hombre. La atmósfera de la película es claustrofóbica. Ella siempre encerrada en casa viendo como los acontecimientos pasan delante de ella... todo en Olivia de Havilland es perfecto. Interpreta con brillantez el papel de rica enamorada. Está  maravillosa. Es, posiblemente, una de las mejores películas de desamor rodada nunca.


"Padre, si hubiera tenido que comprar a un hombre, hubiera comprado a Morris."

El film suma los géneros de drama y romance. Desarrolla un relato complejo, que sumerge al espectador en un mundo atormentado. Retrata la sociedad acomodada del Nueva York de mediados del XIX, capaz de ocultar bajo la apariencia de formas impecables, sentimientos tempestuosos y obsesiones patológicas. Exhibe una buena construcción de caracteres, que acompaña un brillante vigor narrativo. Analiza los estados de ánimo de los protagonistas y su evolución a lo largo del tiempo. Deja planteados interrogantes, que el espectador ha de resolver según su interpretación de los hechos. El factor que desencadena y alimenta el drama viene dado por una relación padre/hija, condicionada por la muerte de la madre en el parto, la idealización de la esposa perdida y la obsesiva comparación de la hija con su recuerdo. Cuenta con brillantes intervenciones de Richardson y Clift. El director dispone una excelente puesta en escena, construye, cuida los detalles y entrega uno de sus mejores trabajos. Trata diversos temas: el amor idealizado, la incapacidad de amar, los recuerdos obsesivos, los prejuicios de clase, la desconfianza y el engaño. No lo dice el film, pero algunos indicios apuntan que el padre, en el fondo de su ánimo, culpabiliza a la hija de la muerte de la madre. La música, de Aaron Copland, se apoya en una partitura original severa y dramática, de aire vanguardista. Toma el motivo principal, un elegante tema de amor, de la canción "Plaisir d'amour". Añade valses, polkas y otros ritmos de época. La fotografía, de Leo Tove, se sirve de planos largos, un trabajo de cámara pausado y preciso, reflejos en espejos, proyecciones de sombras, primeros y primerísimos planos. Se beneficia de unos decorados amplios y abiertos, una ambientación y un vestuario magnífico, de Edith Head....Pero quiero insistir una vez mas....Olivia de Havilland deslumbra en un rol de patito feo que eclosiona pavorosamente. Demostró que era una de las grandes actrices del cine, incluso bajo mi punto de vista, mejor que su hermana, Joan Fontaine. Es obvio que la belleza de una persona tiene un gran componente subjetivo, un componente que depende de diversos factores. Por ejemplo, alguien que tiene escasa seguridad en sí mismo y en sus encantos y prescinde de la coquetería y del ingenio, verá poca hermosura en su apariencia y así por lo general pueden verlo también los demás. En cambio, si alguien confía en su atractivo sin ser una beldad, y sabe ejercerlo, y además cuenta con ingredientes como la simpatía, a los ojos ajenos ganará bastantes puntos. O sea, que en la belleza que uno aparenta tiene que ver el carácter, y no todo es de índole externo. Hay otra clase de beldad que nace de la sonrisa, de la intensidad de la mirada, del fuego del corazón. Y a todo eso hemos de añadir los ojos de quien mira, los gustos personales y los cánones de cada cual....tenemos los actores, lo buenos actores, que son capaces de mimetizarse y parecer bellos en sus apariciones, aunque si lo desean pueden ser hasta feos, si se lo proponen y si se meten en su papel a fondo. Algunas de las figuras del cine han logrado metamorfosis asombrosas, cambios espectaculares. Eso demuestra más que nunca que la belleza es muy relativa.


Olivia de Havilland es la diferencia entre una mujer tímida, asustadiza, insegura e ingenua, y otra muy distinta,  que sale del huevo en el que había crecido ciega. Reconozco una interpretación fuera de lo común en cuanto la veo, y puedo afirmar que la Catherine Sloper de Olivia de Havilland es uno de los roles femeninos más inolvidables de la historia del séptimo arte, situado al nivel de otras estrellas de la época. Olivia consigue, durante buena parte del desarrollo del drama, que la creamos una criatura corriente, una mosquita muerta, nada de la hermosura y del glamour que derrama en otras películas. Y...¿ Como es que después que la veamos de otro modo?..., exteriormente sigue siendo la misma y al mismo tiempo no lo es. Tal vez porque ha madurado, tal y como las circunstancias la han obligado a madurar. En muchas ocasiones  paso de unos ojos ilusionados e inocentes a otros duros y gélidos, todo en los mismos ojos oscuros, la causa de tal agitación interior el producida por William Wyler, en su olimpo de Hollywood, cogió "Washington Square" e hizo maravillas llevando a la pantalla grande un trasfondo repleto de hiel, sobre el despertar de una mujer. Crítica al oportunismo, al veneno de la riqueza, un bofetón a la hipocresía, la obsesión por buscar en ese ser lastimado lo que pensamos que debería ser y no lo que es, a la destrucción de las almas que eran íntegras. Un trago muy amargo, un brebaje disfrazado de sabor agridulce que tiene la textura de las lágrimas, de los corazones rotos y del poder de los dólares, que convierte en piedra todo cuanto toca. Y es que uno de los mayores crímenes del mundo es robar los sueños a otro ser humano


Descubrí esta película en uno de que aquellos míticos cines de los años 80…actores, films y directores que fueron el germen de mi pasión por el cine. Este en concreto es uno de mis favoritos y "La heredera", sin duda, dentro de mis 10 mejores películas de mi vida. Rodado en blanco y negro es extraordinaria en todos los sentidos, una verdadera lección de cine, repleta de escenas y diálogos antológicos y con unas interpretaciones inolvidables:Olivia de Havilland


Borda una de las interpretaciones más grandes de la historia del cine. Consigue el milagro de que, independientemente de nuestro sexo, nos apiademos de ella, nos emocionemos, nos enamoremos con ella, suframos y, finalmente, nos quedemos con la boca abierta ante la evolución que sufre su personaje en la última escena, todo inesperado...en lo alto de la mítica escalera.Ralph Richardson

Es ese padre refinado, egoísta, cínico y despótico que desprecia a su hija y se cree obligado a abrirle los ojos. De su boca salen algunas de las mejores réplicas de la película. Es el malvado de la función....Monty Clift

Sensacional, es un ambiguo encantador de serpientes, aunque su personaje resulta quizás el menos matizado de los tres debido a su aura un tanto enigmática, pero íntegro en su forma de interpretar y transparente a través de sus ojos.






Es un perfecto retrato femenino, una gran película de amor, pero sobretodo de desamor en todos los sentidos he visto "La heredera" en repetidas ocasiones y me sigue maravillando como el primer día, densa, atemporal, intensa, cruel, su riqueza es inagotable.


"El amor ... Disculpa sin límites... confíanza sin límites... espera sin límites... soportar sin límites".



Maravillosa epístola llena de verdad que debería presidir los hogares y la propia vida de quienes se han unido, cualquiera que sea la forma y religión, por propia voluntad, bajo el signo del amor. Por ello, estoy del lado de Catherine, indignado ante la falsedad, la hipocresía, el egoísmo, la premeditación y la alevosía de Morris Townsend e incluso justificamos a un padre tirano que ha transmitido sus propios tormentos a su hija. Y repasando aquella lección que la vida enseña, no en escuelas ni universidades, sino en la especie y la cotidianeidad de la ciega locura de amor. ¡Ay Catheryne!... ¡Que presa tan fácil!... ¡Ay William Wyler!... ¡Que maestro!. De esto mil y una en la vida, pero en el cine, pocas y tan geniales...no recuerdo. El Oscar a Olivia de Havilland una obligación para la Academia. Si no es fácil darle vida, cuerpo, facciones, ojos y lágrimas a la Catheryne ingenua y engañada, mucho menos lo es encarnar también a la Catheryne con el alma endurecida. Luego hablo de un Montgomery Cliff de quien, viendo actuaciones como ésta, podemos lamentarnos con propiedad de sus altibajos en su corta carrera, de Ralph Richardson al que conocía poco o te. Pero sobre todo hablaremos de ella, de la ingenua y de la cruel. De esa Catheryne a la que William Wyler hace pasar en poco menos de dos horas por las experiencia de la vida más hermosa y también por la más injusta. Con una música justamente premiada, un vestuario de época maravilloso, y un tema difícil que pone a prueba tanto al director como a los actores.... !!!Imprescindible.!!!

Siempre me han parecido laboriosos esos largos vestidos de abombados miriñaques y asfixiantes corsés. Y en Washington Square, las casas son tan suntuosas como los vestidos que danzan dentro de ella. Wyler fué el director que mejor supo rodar esos melodramas y ver LA HEREDERA, con el impresionante papelón de Olivia de Havilland, en buena medida esta gran interpretación nubla todo lo demás. Hubo un tiempo en Hollywood, allá por los años 40 y 50, en el que prácticamente no se hacían malas películas. Parece ser que había una ley que lo impedía. Ahora esa ley se debe haber abolido, porque las malas películas abundan por todo el planeta, salvo excepciones. Sirva este irónico comentario personal como preludio al film, que sin lugar a dudas está en los altares de los mejores melodramas de todos los tiempos. William Wyler, fue uno de los directores que mejor ha sabido escenificar en pantalla la fuerza de las pasiones humanas. Rodó cintas de variados géneros, pero donde se movía como pez en el agua era en las pantanosas aguas del drama. Resaltar además la ambientación, así como la iluminación, el guión y los planos largos de cámara. Si lo vuestro son los turbios melodramas, con gusto amargo, esta es tu película, porque esta llena de momentos esplendorosos que nunca se podrán borrar de tu retina. LA HEREDERA es sin ninguna duda ante una de las mejores películas de Wyler y ante la adaptación fiel de la novela de Henry James, el maestro la convierte en suya y realiza una obra de culto para la eternidad.. Wyler con su dirección magistral, nos hará que nos comamos la cabeza continuamente, intentado saber que personaje lleva la razón, si un padre protector, una soltera triste o un galán con unos sentimientos honestos. Tanta calidad proyectada es para agradecer. Olivia de Havilland está impresionante.... Disfrutaremos de su transformación débil, a una mujer con personalidad y un carácter arrollador, como pierde esa fresca ternura del principio a base de palos de sus familia más allegada, su cara lo explica todo.... Así de hacen los grandes clásicos!!! Una obra maestra !!!




Aaron Copland hace una banda sonora espectacular, muy acertado. La iluminación es perfecta, jugando inteligentemente con el blanco y el negro, cuando la escena representa algo positivo, colores claros, y cuando el drama se enturbia se viste de negro y sube unas escaleras muy lentamente y casi a oscuras.

 !! Se aprecian los golpes que da en la puerta Monty Clift !!!.... golpes que no tienen respuesta, mientras una mujer sube  las escaleras de su mansión: "Washington Square".


Una clara, extraordinaria y punzante frase:

-" Hay 100 mujeres más guapa que tú, 1000 más inteligentes, pero tú tienes una virtud que las superas a todas... dinero "




Olivia de Havilland alcanza en esta obra una de las dos cúspides de su carrera, la otra lógicamente es: "Lo que el viento se llevó", su diálogo limpio frente a sus compañeros son inolvidables. Mágica dirección de fotografía, con especial mención para los planos picados de la escalera, a la luz de las velas, acompañados con sus propias luces y sombras. No puedo olvidar a una Miriam Hopkins de lujo en el papel de tía, cargada de ingenuidad y romanticismo, como para estar ciega y no  querer ver lo que en verdad se esconde tras el atractivo y seducción de Morris Townsend. La recomiendo para todo buen amante del cine con mayúsculas. Y un ejemplo perfecto de cómo hacer una obra de culto imperecedera. Se cuenta que Olivia de Havilland había visto la versión teatral, interpretada por Wendy Hiller y Basil Rathbone. Desde entonces, su anhelo fue llevarla al cine. EL blanco y negro es alusivo al momento y lugar en cuestión gracias a unas hermosas imágenes repleta de detalles inspiradores que dan esplendor a un film maravilloso. La música es bella y melódica al tener unos sonidos confortantes que dan encanto y también emotividad según el momento de la acción, en un soberbio acompañamiento musical. Los planos y movimientos de cámara completan un trabajo elegante a través del uso del reconocimiento, seguimiento, avanti, retroceso y generales que muestran lo mejor de la trama con mucha sobriedad y acierto. Las actuaciones son deslumbrantes y admirables. El guión, como ya apunté anteriormente está escrito por Ruth y August Goetz, basado en la novela de Henry James. Apasionante es mostrar una supuesta historia de amor en la que la herencia de ella juega un papel determinante en el desenlace, cumpliendo con un argumento incitador y lleno de insidias en un tortuoso desarrollo que la transforman en una cinta irresistible y bien trabajada. Esto se lleva a cabo con una narrativa intachable repleta de lenguaje respetuoso pero que en ocasiones tiene un interés ambiguo, dando mayor morbo a un film de los que no se olvidan.

UNA ANECDOTA
Olivia De Havilland tenía total confianza en las dotes de Wyler como director de actores, sin embargo esta fe ciega le llevó a ganarse el recelo de algunos miembros del reparto. Sobre todo de Montgomery Clift, que, como firme defensor del Método, se quejaba de que la actriz se limitara a memorizar el texto y esperar las indicaciones de Wyler. Este menosprecio por parte de Clift , con quien mantuvo una relación distante durante el rodaje, acabaría siendo beneficioso para la interpretación de Havilland, ya que su personaje, se sentía alienada y rechazada por los demás. Pero también acabaría teniendo problemas con William Wyler. Concretamente en esa escena en que ella sube por las escaleras a su habitación cargada con una maleta. Por lo que se cuenta la actriz tuvo que ascender las escaleras en sucesivas tomas sin lograr en ninguna transmitir lo que Wyler pedía. Desesperada tras tanta repetición, la actriz perdió los nervios y lanzó la maleta contra su director. Al recibir el impacto y apenas sentir dolor, Wyler se dio cuenta de qué era lo que fallaba: la maleta estaba vacía. Sólo tuvieron que llenarla de libros para que el esfuerzo de arrastrar ese peso le ayudara a Olivia alcanzar el tono emocional necesario para la secuencia.




Concluyendo, la considero una obra inmortal e insustituible no solo en la filmografía del director, sino para la historia del cine. 4 oscars avalan su éxito al ser un clásico con una trama provocadora en su interior que, juega con la ambición por el dinero y exhibe lo que se es capaz de hacer para conseguirlo.

 Recomendable por su dirección, guión, actuaciones, fotografía, música, planos, vestuarios, caracterizaciones, decorados y narrativa que hacen de La heredera, un film que encantará a los cinéfilos, amantes de los melodramas ...y porque éstos si los firma William Wyler no se olvidan...

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