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BIOGRAPHIES II
Anton Chekhov
Antón Chéjov
Antón Pávlovich Chéjov
Антон Павлович Чехов
(1860 - 1904)
(Antón Pávlovich Chéjov; Taganrog, 1860 - Badenweiler, 1904) Narrador y dramaturgo ruso. Considerado el representante más destacado de la escuela realista en Rusia, su obra es una de las más importantes de la dramaturgia y la narrativa de la literatura universal. Su estilo está marcado por un acendrado laconismo expresivo y por la ausencia de tramas complejas a las que se sobreponen las atmósferas líricas que el autor crea ayudado por los más sutiles pensamientos de sus personajes. Chéjov se apartó decididamente del moralismo y la intencionalidad pedagógica propios de los literatos de su época en una Rusia convulsa y preocupada por su destino, para apostar por un tipo de escritor carente de compromiso y pasión, plasmando una idea de la literatura que rechazaba el principio del autor como narrador omnisciente.
El apellido de Antón proviene del apodo Chejos, y esto se debe a que tanto su padre (Pavel, mercader de oficio) como su abuelo, fueron siervos (esclavos) de un terrateniente de apellido Chertkov y su madre también fue hija y nieta de siervos. En 1861 el Zar Alejandro II de Rusia abolió la servidumbre, es decir un año antes del nacimiento de Antón.
Chéjov acabó los estudios secundarios en Taganrog, donde permaneció solo tras la marcha de sus familiares a Moscú. Entre 1879 y 1884 cursa Medicina en la Universidad de la capital; pero, más interesado en la literatura que en la ciencia médica desde hacía algunos años, pospuso ésta a aquélla, y pronto difundió su nombre a través de varias narraciones humorísticas, en 1886, en un libro con el título Cuentos de varios colores.
Alentado por el escritor Grigorovich y el director del periódico Novoe vremja (Tiempo nuevo), Suvorin, con quien estableció una cordial y duradera amistad, y librado ya de las formas un tanto forzadas del cuento humorístico, hacia el año 1888 ya era ampliamente conocido por el público, tanto por su obra humorística como por textos de alcance más profundo, en los que la incisiva descripción de las miserias y la existencia humanas fueron desplazando los recursos humorísticos.
En ese año apareció en la revista "Severny Vestnik", de San Petersburgo, el relato La estepa, inspirado en un viaje al sur del país, donde los idílicos paisajes de su infancia habían desaparecido por la industrialización, contra la que el autor se rebela. Aquí introdujo uno de los elementos más característicos de su enfoque narrativo: la supeditación del argumento a la atmósfera del relato. El punto de vista del autor omnisapiente se diluye en la mirada de un personaje, Egorushka, que no alcanza a comprender lo que sucede a su alrededor. Los elementos que mueve este relato aparecerán una y otra vez en la obra de Chéjov, pues La estepaestá "poblada" por una galería de personajes el campesino Dymov, el empresario Varlamov o el pope Kristofor, que constituyen una genuina representación del "inconsciente colectivo" de la Rusia finisecular.
Otro significativo relato del período que se abre a partir de 1888 (en el que el autor disminuyó el ritmo de su producción literaria de unos cien relatos al año en 1886, pasa a escribir diez en 1888) es Una historia aburrida (1889), penetrante estudio de la mente de un viejo profesor de medicina, profesión que ejerció esporádicamente el propio Chéjov. Pertenece a una serie de obras del autor que fueron llamadas "clínicas", por tener como personajes a enfermos físicos o mentales. Acaso el relato más conocido de esa serie sea Palata Nº 6 (1892), acerba crítica de la psiquiatría, en el que la relación entre el paciente Gromov y el doctor Ragin se resuelve dramáticamente con el ingreso del segundo en su propia clínica, para terminar muerto por mano de uno de los celadores.
En adelante, la existencia del autor careció de acontecimientos relevantes, excepto un viaje a la isla de Sakhalin, realizado a través de Siberia a la ida, y a lo largo de las costas de la India al regreso; de tal expedición dejó constancia en el libro La isla de Sakhalin (1891). Durante la penuria de 1892-93, que azotó a la Rusia meridional, Chéjov participó en la obra de socorro sanitario. Luego vivió largo tiempo en la pequeña propiedad de Melichovo, no lejos de Moscú, donde escribió la mayor parte de sus narraciones y de sus textos teatrales más famosos. Enfermo de tuberculosis, hubo de trasladarse a Crimea, y desde allí, por razones de la cura, realizó frecuentes viajes a Francia y Alemania.
En los últimos años del siglo se produjeron en su existencia dos hechos que sin duda modificaron su curso: la nueva orientación del escritor hacia la izquierda, que le alejó de su amigo Suvorin, conservador, y el éxito de su drama La gaviota en el Teatro de Arte de Moscú, de Stanislavski y Nemirovich-Danchenko. A sus nuevas tendencias y al ejemplo de Korolenko se debió también su dimisión de la Academia, que, tras haber nombrado miembro honorario a Gorki, acató la orden del gobierno y tuvo que anular el nombramiento.
La fortuna de La gaviota convenció inesperadamente a Chéjov de su capacidad como escritor dramático tras sus propias dudas acerca de ello debidas al fracaso del mismo drama en el Teatro Aleksandrinski de San Petersburgo. A la obra citada siguieron, con no menor éxito, El tío Vania en 1898-99, Tres hermanas en 1901 y El jardín de los cerezos en 1904. Mientras tanto, el número de sus narraciones había aumentado considerablemente y a algunas de ellas se debió su progresiva fama como representante asimismo del humor y el espíritu de su época y del característico producto de ésta, la "inteligentzia" (asíMi vida, La sala n.º 6, Relatos de un desconocido, El monje negro, Una historia aburrida, etc.).
Como en los dramas, también en las narraciones resulta posible percibir una atmósfera determinada: la que fue llamada precisamente "chejoviana", particular estado de ánimo definido por Korolenko como el de un alegre melancólico. Cabe advertir que existe un nexo entre el Chéjov jovial e irreflexivo de la adolescencia y la primera juventud, interesado, según describe su hermano, en la recopilación de anécdotas destinadas a facilitar su colaboración en las revistas humorísticas, y el de la madurez, inquieto -según la bella imagen empleada por la actriz Olga Knipper, que en 1898 llegó a ser su esposa- cual una gaviota que, en vuelo sobre el mar, no sabe dónde posarse.
La aguda intuición de la tristeza de la vida que muchos atribuyen erróneamente sólo al Chéjov de los años maduros, se hallaba ya en él precisamente tras la alegría y la despreocupación del joven estudiante de Medicina, oculto, como si de revelar su propia naturaleza se avergonzara, bajo algunos seudónimos. De la misma forma, la capacidad de ver a las criaturas humanas en envolturas hechas adrede para provocar la risa, continuó caracterizando su estilo, aun cuando atenuada en matices de parodia, fantasía o espejismo, y de transposición, finalmente, fuera de la realidad cotidiana, hacia un hipotético futuro lejano.
Dentro de su diversidad, efectivamente, Chéjov, en cuanto a los aspectos artístico y espiritual, resultó uniforme. Como lo afirmó él de la existencia, se mostró a la vez extraordinariamente simple y complejo, y si, no juzgándose pesimista, puso de relieve los pliegues más tristes y ocultos de la naturaleza humana, fue precisamente porque, según dijo él mismo, amó la vida. Todo ello, como es natural, quedó también reflejado en la forma, o sea en el estilo propiamente dicho. Sin embargo, la plena conciencia del valor artístico de la obra de Chéjov no se alcanzó hasta más tarde; sea como fuere, cabe recordar la admiración que hacia ella experimentaron Tolstoi y Gorki y la influencia ejercida por Chéjov, ya fuera de Rusia, en Katherine Mansfield.
Antón Chéjov
De pie (de izq. a der.): Ivan, Antón, Nikolay, Aleksandr y Mitrofan Egorovich.
Sentados: Mikhall, María, Pavel Egorovich, Eugenia Yakovlevna, Ludmila Pavlovnan y su hijo Gorgly.
Foto de S. Isakovich
Antón fue el tercer hijo de una familia de seis hermanos: Alexander, el mayor, fue escritor y periodista; Nikolái, se destaco como pintor; Iván, el cuarto, pedagogo; María, la única mujer, maestra y pintora, y Mijaíl, el menor, logra trascendencia mundial, por ser el autor del libro “En torno a Chéjov” (Вокруг Чехова), por el cual gano el Premio Nacional de Literatura.
Antón Chéjov en Melikhovo. |
RETRATO DE ANTÓN CHÉJOV Medía cerca de 1,80 de estatura, rostro alargado, cabellos castaños y una cicatriz surcaba su frente. En cuanto al color de ojos de Antón Chéjov no hay unanimidad de criterio, algunos afirman que eran verdes claros y otros color miel. Su amigo Máximo Gorki afirma que eran grises, tristes y dulces, en los que a veces «brillaba una sonrisa». La fina ironía siempre estaba presente; «pero, a veces, su mirada se tornaba fría, viva y ruda». Y agrega: «La sombra de una tristeza profunda velaba sus ojos bondadosos, rodeados de pequeñas arrugas». Alexander Kuprín dijo que eran casi marrones, pero llamaba la atención que muchos de los que conocieron personalmente a Chéjov, afirmaban que eran azules. Es un error, dice Kuprín, aunque una foto de juventud lo hacía dudar de su aseveración. Era de frente amplia, blanca, impecable, perfecta en su forma. Orejas grandes. El apretón de manos era fuerte, viril, pero al mismo tiempo reservado, discreto, como si ocultase algo,- concluye Kuprín. “(...) Había en él algo de simple y modesto, algo extraordinariamente ruso, popular: en la cara, en el acento y en el habla, incluso había, en apariencia, cierta negligencia en sus maneras propia del estudiantado moscovita. (...) Yo vi a un Chéjov cuyo rostro nadie ha podido captar en una fotografía y que, es de lamentar, no supo comprender y ni sentir en profundidad ni uno solo de los artistas que pintaron su retrato. Yo vi el más hermoso, fino e inspirado rostro humano que me haya tocado apreciar en mi vida”. “A propósito, nunca he visto una sonrisa tan seductora como la de Chéjov, señala Kuprín.A Bunin lo cautivó “no sólo la inteligencia y el talento de Chéjov, sino su voz recia y su sonrisa infantil” Para Nemiróvich-Dánchenko también era una sonrisa muy particular. “Surgía de improviso, - dice - tan rápido como desaparecía. Amplia, abierta, a pleno rostro, franca, aunque breve. Como si de repente cayera en la cuenta que, quizás, el motivo no ameritase reír más de lo debido. En Chéjov fue así toda la vida. Era un rasgo familiar. Su madre tenía el mismo modo de sonreír, también la hermana, y, en especial, su hermano Iván”. El escritor Korolenko describe así el rostro de Chéjov: “Había algo singular en ese rostro que no pude determinar de inmediato. Mi esposa lo señaló de manera muy acertada: a pesar de su insoslayable intelectualidad, notaba ciertos pliegues que hacían pensar en un sencillo muchacho del campo. Lo cual lo hacía especialmente atractivo. Incluso los ojos de Chéjov, azules, luminosos y profundos, alumbraban a un mismo tiempo con inteligencia y una casi infantil espontaneidad. Su sencillez de movimientos, modales y manera de hablar eran factores dominantes tanto en su persona como en su escritura. En general, la impresión que tuve de Chéjov en nuestro primer encuentro fue la de un hombre profundamente jovial, amante de la vida”. Sin embargo, el escritor y dramaturgo Lazarev-Gruzinski, amigo de Chéjov, discrepa con Korolenko. “Mi impresión personal de Chéjov fue la de un estudiante culto y de infinita simpatía. (...) Las cartas de Chéjov dan la idea de un ser audaz, lo cual era natural en él, salvo en los aciagos días de su enfermedad, pero los retratos no reflejan esa audacia, sino bondad y cordialidad”.(задушевность).Puntilloso en el vestir, siempre prolijo, impecable. No le gustaba usar pantuflas, bata o chaqueta de entre casa. Nemiróvich-Dánchenko señala: “De él podría decirse que era bien parecido, de buena estatura, de agradable cabellera castaña y ondulada, peinada hacia atrás, barba rala y bigotes. Porte modesto, pero sin excesiva timidez; de actitud reservada. Tenía voz de bajo; dicción auténticamente rusa, con tonalidades dialectales netamente rusas; la entonación era flexible, semejante a un canto ligero, pero sin nada sentimental y sin sombra de artificialidad»Dicen que en la conversación empleaba una muletilla, la partícula rusa “ye” y que la repetía frase por medio, lo cual aportaba a su habla un matiz dialectal que lo hacía particularmente gracioso. “Yo nunca lo noté –afirma el escritor Iván Novikov,- (...) Chéjov, hablaba tal como escribía , con frases cortas, meditadas, un tanto parco y muy preciso; igual de parcos y expresivos eran sus gestos apenas esbozados, y, al mismo tiempo plenamente definidos”. El escritor Potapenko, amigo de Chéjov recuerda: “Lo miré de arriba abajo, esperando ver algo singular en él. Pero no era de esos que gustan impresionar. Todo lo contrario(...) trataba de hacerse notar lo menos posible”. El joven Maximilian Voloshin, uno de los exponentes de la Edad de Plata, anota en su diario en 1889: “ En cuanto a su aspecto exterior Chéjov tiene un parecido con su personaje Trigorin (“La Gaviota”). Se le ve callado, desganado y rígido, no se parece a sus retratos. Da la sensación de ser una persona afable. (...) Es muy sencillo y bonachón. Causa la impresión de ser un hombre aburrido”. Alexander Kuprín recuerda que Chéjov, en su casa de Yalta, podía pasar más de una hora sentado en un banco detrás de la casa, inmóvil, en silencio, con las manos apoyadas en las rodillas y mirando el mar.A Chéjov le gustaba ironizar sobre su persona. En carta al músico Chaikovski –16 de marzo de 1890- establece una especie de rangos jerárquicos entre los maestros de la cultura rusa de su tiempo. En primer lugar coloca a León Tolstói; en segundo lugar a Chaikovski, en tercer lugar al pintor Ilya Repin, reservándose para sí el puesto “noventa y ocho”.Le gustaba más escuchar que hablar. Prefería la buena compañía de algunos amigos a las fiestas y veladas artísticas. Olga Knipper-Chéjova recuerda: “Antón Pávlovich escuchaba con suma atención y muy serio cada uno de los saludos y brindis en su honor, pero por momentos levantaba la cabeza en un gesto que lo caracterizaba y era como si todo lo que estaba ocurriendo en ese instante él lo observase desde las alturas, a vuelo de pájaro, como si él no tuviese nada que ver con todo aquello, ajeno; entonces el rostro se le iluminaba con una ligera y radiante sonrisa, y le aparecían las típicas arrugas en la comisura de sus labios: con toda seguridad había escuchado algo gracioso que luego recordaría y le haría reír, invariablemente, con risa infantil...” Chéjov disfrutaba de largos paseos al bosque, recoger hongos y meditar los temas de sus obras. No le gustaba mucho Crimea, especialmente Yalta. Amaba sí, el norte: Moscú y San Petersburgo. Tampoco gustaba hablar de su enfermedad y se molestaba cuando se lo preguntaban. Prefirió luchar solo contra ella, en silencio, sin una queja. Apenas hace alusión a ella en su correspondencia.El empeño que ponía en todo lo que hacía siempre daba sus frutos. Cuando los hermanos vieron el terreno que él había comprado para construir la casa de Yalta se horrorizaron. No podían creerlo. Aquello era un erial. Comprendieron que Antón había sido objeto de un engaño. Pero el esfuerzo y el trabajo tenaz de Chéjov convirtieron el lugar en un vergel. La modestia de Chéjov era proverbial. Enemigo de cualquier elogio a su persona. Asombrosa modestia, “la de los grandes hombres”, - dice Stanislavski. En los ensayos nunca se sentaba junto al director, sino en las últimas filas. No había forma de convencerlo. No le gustaba hablar de su obra. Había que sacarle como con cuenta gota algún comentario o consejo. Decía: “Ahí está todo escrito, no soy director; soy médico”. Su reacción contra el naturalismo es contundente. Cuenta Meyerhold que durante un ensayo de “La Gaviota” en el Teatro de Arte, un actor le anuncia que tras bambalinas se escuchará croar a las ranas, cantar a los grillos y el ladrido de un perro. -¿Y para qué? – pregunta Chéjov descontento. -Para hacerlo más real. -Más real –repite Antón, esbozando una sonrisa y agrega: El teatro es arte. El pintor Kramskói tiene un cuadro de género en el que representó extraordinariamente rostros humanos. ¿Qué pasaría si a uno de esos rostros le cortamos la nariz y le implantamos una verdadera? La nariz será “real”, pero el cuadro se habrá estropeado”. No perteneció a ningún partido político ni tampoco fue muy radical en sus ideas. "No soy un liberal, ni conservador, ni gradualista, ni monje, ni indiferentista.... Mi santuario es el cuerpo humano, la salud, la inteligencia, el talento, la inspiración, el amor y la más absoluta libertad respecto de la fuerza bruta y la mentira, cualesquiera sean las formas en que estas dos últimas se manifiesten»". Sus códigos de conducta y de ética intelectual eran intachables. Cuando a Máximo Gorki, que era su amigo, lo privan de su carácter de miembro de la Academia de Ciencias por motivos políticos y expresa decisión del zar, Chéjov, en señal de protesta y secundado por el escritor Korolenko, renuncia a su membresía en la sección de Literatura de la Academia de Ciencias de Moscú. Pablo Sodor |
Olga Knipper y Anton Chéjov |
LA MUERTE DE CHÉJOV
“Llegó el doctor Schwörer, pronunció un comentario afectuoso y abrazó a Antón Pávlovich, que se incorporó con insólita seguridad, se sentó y dijo con voz fuerte y clara: “Ich sterbe” (“Me muero”, en alemán). El médico lo calmó, cogió una jeringuilla, le puso una inyección de alcanfor y ordenó que le dieran champán. Antón Pávlovich tomó la copa llena, miró a su alrededor, me dirigió una sonrisa y dijo: “Hacía tiempo que no bebía champán”. Apuró la copa hasta el fondo y se volvió hacia la izquierda; apenas tuve tiempo de acercarme, de inclinarme sobre el lecho y de llamarle: ya no respiraba, se había quedado dormido como un niño…
Cuando Antón Pávlovich dejó de existir, una polilla gris, de dimensiones enormes, entró por la ventana y, con un ruido desagradable, empezó a chocar contra las paredes, el techo y la lámpara, como en una agonía de muerte.”
Olga Knipper
Antón Chéjov |
La medicina es mi esposa legal;
la literatura, sólo mi amante.
Antón Chéjov
11 de septiembre de 1888
Carta a Alexéi Suvorin
Chejov y Tolstoi Yalta, 1900 |
“...era un escritor único, narrador de la vida, y el mérito de su obra consiste en que es comprensible y entrañable, no sólo para cada ruso, sino para cualquier persona en general... Era muy sincero, lo cual es una gran virtud, escribía lo que veía, y cómo lo veía... Su lenguaje es un lenguaje insólito. Chéjov ha creado nuevas formas de escritura y, modestia aparte, confirmo que en técnica, Chéjov me ha superado...”
León Tolstoi
Chéjov y Gorki Yalta, 1900 |
"Ningún otro escritor ruso, excepto Pushkin y Tolstói, ha sido llorado con tanta congoja y dolor como lo ha sido Антон Павлович Чехов(Chéjov). Fue no sólo un escritor genial, sino además una persona muy querida. El sabía por donde pasaba el camino hacia la grandeza del alma, hacia la dignidad y la felicidad del hombre, y supo dejarnos todas las señales de ese camino”.
Konstantin Paustovski
Antón Chéjov |
Quizás Chejov es el que más me ha enseñado, sobre todo porque la suya es la voz más natural de la ficción. Sus cuentos parecen esparcirse sobre la página sin arte, sin ninguna intención estética detrás de ellos. Y así uno ve la vida a través de sus frases.
E. L. Doctorow
BIBLIOGRAFÍA
Teatro
- Platónov («Платонов», «Безотцовщина», 1881) – obra en cuatro actos
- Sobre el daño que hace el tabaco («О вреде табака», 1886) – monólogo en un acto
- Ivánov («Иванов», 1887) - cuatro actos, gran éxito de escena
- El oso («Медведь», 1888) - comedia de un acto
- Petición de mano («Предложение», 1888 - 1889) – comedia en un acto
- La boda («Свадьба», 1889) – escena en un acto
- El demonio del bosque («Леший» o Lisovik, 1889) – comedia en cuatro actos
- Tatiana Répina («Татьяна Репина», 1889) – drama en un acto
- El Aniversario («Юбилей», 1891)- comedia en un acto
- La gaviota («Чайка», 1896) – comedia en cuatro actos
- Tío Vania («Дядя Ваня», 1899 - 1900) – obra bucólica en cuatro actos
- Las tres hermanas («Три сестры», 1901) – drama en cuatro actos
- El jardín de los cerezos («Вишнёвый сад», 1904) – pieza en cuatro actos
- Un trágico a pesar suyo («Трагик поневоле», 1889) - humorada en un acto
Ensayos
- Un viaje a Sajalín («Остров Сахалин» - 1895)
- Cuaderno de notas
Novelas
- Un drama de caza (1884)
- La Estepa (1888)
- El Reto (1891)
- Mi vida (1896)
- Cuentos
- Zínochka
Biografías- Natalia Ginzburg, "Antón Chéjov, Vida a través de las letras", Acantilado, Barcelona, 2006.
- Janet Malcolm, Leyendo a Chéjov, Alba, Barcelona, 2004
- Heino Zernask, El otro jardín. Vida y obra de Antón Chejov, EUDEBA, Buenos Aires, 1986.
- E. Salgado Gómez, Chéjov, el médico escritor, Barcelona, 1968
- N. I. Némirovsky, La dramática vida de A. Chéjov, Buenos Aires, 1961
- Irène Némirovsky (1991). La vida de Chéjov. Noguer Ediciones.
- Donald Rayfield, Anton Chekhov – A Life. London: HarperCollins, 1997; New York: Henry Holt, 1998.
Ediciones en español- Chekhov, Anton Pavlovich. El loco. [S.l.]: Joyas Literarias, 1924, 115 p.
- Chekhov, Anton Pavlovich. Un crimen. [S.l.]: Joyas Literarias, 1925, 101 p.
- Chekhov, Anton Pavlovich. Historia de mi vida. Buenos Aires: Espasa-Calpe Argentina, 1943, 151 p.
- Chekhov, Anton Pavlovich. La cerilla sueca. 3. ed., Buenos Aires: Espasa-Calpe Argentina, 1946, 165 p.
- Chekhov, Anton Pavlovich. Los campesinos y otros cuentos. 2. ed., Buenos Aires: Espasa-Calpe Argentina, 1947, 149 p.
- Chekhov, Anton Pavlovich. El jardín de los cerezos. 3. ed., Buenos Aires: Espasa-Calpe Argentina, 1947, 151 p.
- Chekhov, Anton Pavlovich. La señora del perro y otros cuentos. Buenos Aires: Espasa-Calpe Argentina, 1948, 166 p.
- Chekhov, Anton Pavlovich. La sala número seis y otros cuentos. Buenos Aires: Espasa-Calpe Argentina, 1949, 146 p.
- Chekhov, Anton Pavlovich. Teatro completo. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1950, 587 p. Traducción de Galina Tolmacheva y Mario Kaplún.
- Chekhov, Anton Pavlovich. Teatro completo. Madrid: Aguilar, 1979, 895 p.; ilus.
- Chekhov, Anton Pavlovich. La gaviota. El jardín de los cerezos. Barcelona, Planeta, 1981. Traducción: Augusto Vidal.
- Chekhov, Anton Pavlovich. Historia de mi vida. El pabellón número seis. Barcelona, Taifa Literaria, 1985. Traducción: Ricardo San Vicente.
- Chekhov, Anton Pavlovich. La Gaviota. El tío Vania. Las tres hermanas. El jardín de los cerezos. Madrid, Cátedra, 1994. Edición y traducción: Isabel Vicente.
- Chekhov, Anton Pavlovich. La corista y otros cuentos. Madrid, Alianza cien, 1995. Traducción: Juan Lópz Morillas.
- Chekhov, Anton Pavlovich. Cuaderno de notas. 1. ed., Buenos Aires: Editorial La Compañía, 2008.
- Chekhov, Anton Pavlovich. Cuentos imprescindibles. Barcelona: Editorial Debolsillo, 2009.
- Chekhov, Anton Pavlovich. Cuentos completos [1880-1885]. Edición de Paul Viejo. Madrid: Páginas de Espuma, 2013.
https://eltriunfodearciniegas.blogspot.com/search/label/Anton%20Chejov