El autor de ‘Plataforma’ y ‘Aniquilación’, cronista del malestar francés, ve en el éxito de Le Pen una revuelta del pueblo contra las élites
Es un país raro, Francia”, dice al teléfono l Houellebecq, entre pesimista y resignado ante lo que pueda ocurrir después de las elecciones legislativas de este domingo. “Hablo como francés, pero a veces hay catástrofes y después se remonta, y no hay problema”.
A Houellebecq (La Reunión, 68 años), posiblemente el más leído e influyente de los novelistas franceses del siglo XXI, se le han atribuido dotes proféticas o, al menos, una capacidad para captar las corrientes profundas de las sociedades occidentales y en particular de la francesa. Ese malestar que aflora ahora con el éxito electoral del Reagrupamiento Nacional (RN), el partido de extrema derecha que lidera Marine Le Pen. Él ha descrito en sus novelas el malestar, la sensación de declive. Y este jueves, en una conversación con EL PAÍS, habló de la campaña, de lo que puede ocurrir luego, de Marine Le Pen y su candidato a primer ministro, Jordan Bardella, y de la Francia fracturada entre lo que él llama “las élites” y “el pueblo”.
“Pueden pasar cosas desagradables”, dice, para acto seguido explicarle al periodista que tiene problemas de salud, y contemplar un escenario preocupante: “Puede que haya un momento desagradable, que haya muertos”.
Conversar con el autor de Plataforma y de Aniquilación obliga a escuchar bien. Habla con un murmullo, deja pausas largas entre las frases, y después de lanzar alguna afirmación rotunda expresa sus dudas sobre lo que acaba de afirmar. Para algunos es un oráculo; para otros, un simple cuñado; para muchos, el Balzac de nuestro tiempo, un genio de las letras contemporáneas, o un punk y un gamberro; un reaccionario.
“Si hablamos de la situación política presente, lo más probable es que el Frente... el Reagrupamiento Nacional solo tenga una mayoría relativa y renuncie a ir al poder, entonces las cosas irán con normalidad”, dice, citando el antiguo nombre del partido de Le Pen, Frente Nacional. “Si tienen mayoría absoluta y toman al poder, entonces habrá problemas”.
El presidente Emmanuel Macron, que en 2019 condecoró a Houellebecq con la Legión de Honor, habló de “guerra civil” para alertar de las consecuencias de una victoria de “los extremos”. ¿Coincide? “Tiene razón”, responde el escritor. “Pero que diga él que esto puede acabar trágicamente no está bien. No da confianza. Un presidente de la República debería decir: ‘Tengo la situación bajo control, todo irá bien’. Se supone que no debe decir: ‘Habrá guerra civil’... Es como ir en un coche y que el piloto diga que ya no controla el vehículo”.
—Pero usted, ¿lo dice también?
—Digo que las cosas se encaminan a un enfrentamiento.
He aquí los bandos del conflicto que Houellebecq ve llegar: “Es una revuelta del pueblo contra esas élites. Élites en todos los sentidos del término. Élite política, económica, intelectual”.
Se basa Houellebecq en su experiencia reciente: “Realmente hay cosas que se han degradado en Francia. Finalmente, me compré una casa en el campo. Ya no hay médicos. Yo sigo teniendo el médico de París, cada vez que tengo consulta voy a París. Es un fracaso enorme. Hay geógrafos que lo han teorizado. Ahora el mundo será una red de megalópolis, y el resto nos da igual, ahí la gente vive como puede”.
Le preocupa lo que considera el abandono de la Francia rural: “Desde que vivo en el campo me doy cuenta... Han abandonado una parte del país y esta es la parte del país que se rebela en este momento”. Cita la obra del geógrafo Christophe Guilluy, teórico de la Francia de los chalecos amarillos, y también la del politólogo Jérôme Fourquet, autor de El archipiélago francés.
La etiqueta de reaccionario, que a veces se aplica a Houellebecq, le parece “una categoría del pasado”. “En cambio”, admite, “soy populista, esto no es falso”. Y se declara influido por el estadounidense Christopher Lasch, autor de La rebelión de las élites y la traición a la democracia.
De Bardella, primerministrable de Le Pen, dice: “Hace tantos esfuerzos por aparentar ser alguien sin aristas, este chico... Está tan obsesionado por la idea de no decir nada que sea mal percibido, que no dice nada”.
¿Marine Le Pen? “Pienso que no es muy inteligente ni muy competente. Pero no es forzosamente muy grave, porque siempre se encuentra a gente inteligente y competente. Cuando te aproximas al poder, la gente viene a ti”. “En cambio”, precisa, “pienso que verdaderamente ama a la gente, está cerca del pueblo”. ¿Aunque sea una burguesa de París, hija de un rico? “Esto es lo raro”, responde. “Creo que tuvo una revelación cuando salió elegida diputada en Hénin-Beaumont [un distrito obrero en el norte desindustrializado], y allí simpatizó con los pobres”.
¿Extrema derecha, el RN? “Es una tontería, esto. No tienen nada que ver”, opina. Sostiene que lo importante, en la historia del Frente Nacional y su sucesor, el Reagrupamiento Nacional, no es el colaboracionismo con la ocupación nazi, sino el “trauma” de la guerra de Argelia: “No son en absoluto antisemitas. En cambio, son efectivamente antimusulmanes”.
Houellebecq ve con desagrado la puesta en marcha, ante la segunda vuelta de este domingo, de un frente republicano: la unión de la izquierda, el macronismo y el centroderecha para evitar que la extrema derecha logre la mayoría absoluta de escaños y pueda gobernar. En las presidenciales de 2017 y 2022, Macron ganó gracias a los votantes de otras ideologías distintas de la suya que querían evitar la victoria de Le Pen.
“Toda la élite se moviliza contra el Frente Nacional”, dice. “Ya hace dos elecciones que Macron gana así. La gente está cansada de este argumento. Ya no funciona, aunque todavía funciona un poco. Esta vez todavía van a salirse con la suya, pero no sé si es una buena noticia. A veces, uno se dice que sería mejor que el conflicto estallase ahora”.
—Y usted, ¿está con la élite o con el pueblo?
—Mmm... Sociológicamente, estoy con la élite. De corazón, más bien con el pueblo. Voto por la élite desde hace tiempo: se supone que la élite hace las cosas correctamente...
Pero añade que no ha hecho las cosas correctamente, con “una deuda y déficit monstruosos”, y por eso afirma: “Si se vota por la élite y la élite no es una élite, nos han jodido... Así que ahora ya no sé”. En su circunscripción, ya salió elegido un diputado en la primera vuelta al superar el 50% de votos. Por tanto, no deberá votar este domingo. Votó el anterior.
—¿Puedo preguntarle por quién?
—¡No! Estoy totalmente a favor del principio del voto secreto.
—Disculpe, los periodistas preguntamos...
—Es normal, es su oficio. Pero pienso que el voto secreto es un buen principio.
—Pero me acaba de decir que vota por la élite...
—Ah, me he traicionado a mí mismo. No he dicho nada.
Sigue toda la información internacional en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.