Las Flores del Mal aparecieron en junio de 1857 y desencadenaron las iras de la justicia. Precisamente fueron sometidos a proceso seis poemas entre los más atrevidos del poemario, que el procurador imperial Ernest Pinard —ya en guerra seis meses antes contra Madame Bovary—, intentó prohibir en nombre de la moral pública.
Baudelaire fue condenado, los poemas censurados. Comenzó entonces casi un siglo de purgatorio para Les bijoux, Lesbos, Le Léthé, À celle qui est trop gaie, Femmes damnées y Les métamorphoses du vampire que habrían de esperar a 1949 para ser oficialmente rehabilitados.
Lejos del escándalo y los maliciosos rumores de una corte de justicia, lo que revelan las piezas condenadas, reunidas en este volumen, es el genio de un poeta cogido en la trampa de sus fantasmas. Presa de fascinaciones cada vez más negras, Baudelaire fuerza de nuevo los límites de la transgresión y se sume en los abismos del alma humana, en búsqueda de un arte absoluto.
Las Flores del Mal es el libro de la condición humana, y los poemas prohibidos su lado más turbador y luminoso a la vez.