miércoles, 4 de octubre de 2017

Alejandra Pizarnik - No espero nada salvo sufrir menos




Martes, 21
  Soñé con M. L. Yo estaba encinta y ella me consolaba. Yo lloraba como un niño recién nacido. Al despertar pensé que de alguna manera yo he muerto el 28 de septiembre del año pasado. Ese día representé mi nacimiento para anularlo. También pensé en el daño que me hizo M. L. Pero ¿quién no me hizo daño? Quisiera terminar hoy el artículo de C. C. S.

  Me queda muy poco tiempo de vivir. No espero nada salvo sufrir menos, cobrar algo de indiferencia. Extraña relación con C. C. No es extraña, es simplemente una reiteración más. Deseo que no me escriba para sufrir por su silencio. Mejor dicho: para que sepa que sufro por su silencio.

  Días pasados pensé: estoy sola pero soy libre. Luego me olvidé de seguir consolándome con este prejuicio. Nada mejor que la resignación, la aceptación. Pero estoy muy mal. No sé en qué descansar. Todo me es razón de espanto. Y cuando no es de espanto es de rechazo. Todo me rechaza. No deseo estar viva ni deseo suicidarme. Hace poco tiempo que la muerte está en mí. Me horroriza. Antes no, antes yo era candorosa. ¿Cuándo es antes? Antes del retorno a Buenos Aires. Mi descubrimiento más siniestro fue saber que aún puedo sufrir por causas nimias. En París no era así. Comparada con la de aquí, mi manera de vivir, en París, era magnífica. Y yo que le atribuía tantos términos infernales. Curioso: todo puede ser peor, con un poco de tiempo todo puede llegar a ser peor.

  ¿Qué necesidad tengo de saber rimar como Pound? ¿Para qué querrá danzar la paralítica? Ante todo: caminar. Esto es: decir. (¿A quién?) Pero no. Ante todo el verso de Artaud: Il fallait d’abord avoir envie de vivre.


Cuaderno de Buenos Aires de 1964 a 1968
En Diarios





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