por | May 5, 2019
¿Nuestros pensamientos y emociones pueden afectar la realidad en la que vivimos? Y si es así ¿de qué modo pueden hacerlo? La física cuántica nos trae algunas respuestas.
Parece claro que nuestras acciones y elecciones van determinando nuestra realidad. Asimismo, a toda acción le acompañan pensamientos y emociones. Algunos de estos pensamientos y emociones, por otra parte, pueden estar incrustados en el subconsciente. A estos efectos, muchos comportamientos son explicados por procesos inconscientes, y estos, qué duda cabe, se traducen en acciones que repercuten positiva o negativamente en nuestras vidas.
No obstante, cabe preguntarse ¿qué sucedería si nuestros pensamientos y emociones pudiesen afectar nuestra realidad aún antes de emprender cualquier acción? ¿Qué sucedería si el mero hecho de sentir y pensar pudiese alterar dicha realidad? La física cuántica nos arroja algunas conclusiones importantes al respecto.
Un poco de historia de la teoría cuántica
La teoría cuántica fue elaborada a principios del siglo XX por Max Planck, uno de los más destacados físicos modernos. Esta teoría fue posteriormente ratificada por Albert Einstein, y finalmente constituiría una rama de la física conocida como mecánica cuántica, la cual, destruía algunas de las ideas propuestas por la mecánica newtoniana, la cual, estudiaba fenómenos observables a escalas visibles por los humanos. La teoría newtoniana además, estaba basada en el concepto de que solo existe la materia y nada más.
A una escala minúscula -tan infinitesimalmente pequeña que para nosotros es invisible-, el universo se rige por unas leyes muy distintas a las del universo físico palpable para nuestros sentidos. Estas leyes rigen al quantum, la unidad energética más pequeña en el universo.
La mecánica clásica no podía dar respuesta a un universo en el que el observador afectaba al objeto observado tan sólo por hacerlo. Un universo invisible en el que el pensamiento del investigador determinaba la realización de una multiplicidad de posibles eventos. Por lo tanto, a partir de entonces, empieza a desarrollarse la mecánica cuántica como sub-disciplina de la física, y en oposición a los axiomas de la mecánica clásica.
¿Qué es la física cuántica?
La física cuántica es la ciencia que estudia las partículas subatómicas. Todo lo que conocemos está formado por átomos, los cuales, están a su vez conformados por partículas. Además, el átomo se compone de un 99,99999 por ciento de energía, siendo el resto materia, es decir, es energía casi en su totalidad. Dicho de otro modo, nuestro universo material, tangible y palpable, es energía.
Estamos rodeados por campos energéticos; patrones de frecuencia de información que se transmiten constantemente. Bajo este orden de ideas, el quantum o cuanto, corresponde a la cantidad mínima de energía que se concentra en cualquier partícula. La física cuántica es, pues, el estudio del cuanto y de las leyes que lo rigen.
El observador construye la realidad
En el mundo cuántico, la mera observación puede transformar la realidad de las partículas. De este modo, las partículas son afectadas por nuestros pensamientos y sentimientos y, por consiguiente, a un nivel cuántico, los pensamientos construyen la realidad.
Ahora bien, siendo que parte de nuestras creencias y muchas cosas que damos por sentadas se hayan vinculadas a procesos que ocurren en nuestro subconsciente, la capacidad para afectar la realidad a un nivel cuántico suele pasar desapercibida, o más bien, puede escapar de nuestro control.
Ver más sobre la relación entre el observador y el objeto a un nivel cuántico aquí: Gatos de Schrödinger
Señales electromagnéticas
Nuestros pensamientos generan ondas electromagnéticas que afectan el campo cuántico. Por lo tanto, cuando imaginamos un acontecimiento futuro en nuestras vidas basándonos en algún deseo, dicha realidad ya existe como una posibilidad entre muchas en el campo cuántico (esperando a ser observada y, por tanto, realizada).
Dicho esto, podemos aseverar a partir del estudio de la física cuántica que la posibilidad de definir y crear determinadas realidades a nivel cuántico puede traspolarse a escenarios no cuánticos, es decir, a nuestras vidas. Bajo esta premisa se enmarcan las corrientes espirituales que buscan el bienestar y el equilibrio energético al configurar y reconfigurar nuestras creencias, pensamientos y sentimientos. Haciéndonos entender de esta manera, que somos creadores de nuestra realidad.
El poder de la mente cuántica
Nuestros pensamientos tienen el poder de atraer magnéticamente determinadas situaciones. La unión entre lo que pensamos y sentimos genera un estado del ser que produce una huella electromagnética que afecta el campo cuántico. A este respecto, cabe pues preguntarse ¿qué estamos trasmitiendo inconsciente o conscientemente como huella electromagnética en nuestra cotidianidad? ¿Podemos cambiarlo para mejorar nuestras vidas? Es perfectamente posible, y una de las formas de hacerlo es incorporando la coherencia como práctica.
¿Qué es la coherencia?
La coherencia se refiere a la concordancia entre lo que se pensamos y lo que sentimos. Esta integridad en el pensar y el sentir incrementan la posibilidad de que aquello que deseamos se manifiesta.
Otro aspecto asociado a la coherencia son las programaciones subconscientes. Dichas programaciones pueden afectar nuestros sentimientos sobre algunas cosas y -tal como lo señala el psicoanálisis-, puede llevarnos a auto-boicotear la posibilidad de alcanzar lo que deseamos.
Además de la física cuántica existen otras razones para cuidar nuestros pensamientos
Otra de las razones avaladas por la ciencia que nos invita a cuidar y trabajar sobre nuestros pensamientos y emociones es el hecho de que estos se traducen en sustancias químicas en nuestro organismo. Algunas de ellas, como el estrés, son muy dañinas cuando se tornan incontrolables.
Mente, espíritu y materia
La física cuántica nos habla del hilo conductor entre la mente, el espíritu y la materia. Trabajar a un nivel terapéutico sobre los principios cuánticos, es asumir a su vez el principio holísitico de la integración funcional del todo.
En suma, -ya sea desde la programación neurolingüística, la física cuántica o la neurociencia-, existen razones de peso para tomar el control sobre nuestras creencias conscientes o inconscientes. Bajo esta misma línea de argumentos, vale la pena repensar aquello que hemos naturalizado, es decir, aquello que hemos dado por sentado y que, por consiguiente, no podemos advertir. Pensamientos vinculados a emociones que son un telón de fondo en nuestras acciones, afectan nuestras vidas de un modo determinante y, como se ha dicho, actúan muchas veces a través de nuestro inconsciente.
La física cuántica busca promover el bienestar partiendo, pues, del lugar que ocupan nuestros pensamientos, sentimientos y emociones en nuestro equilibrio espiritual, energético y material.