domingo, 17 de diciembre de 2017

Grouchismos:Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros.


Una cita a ciegas puede convertirse en un cerdo con sombrero y un bolso de mujer.

Jamás aceptaría pertenecer a un club que me admitiera como socio.

¿A quien va usted a creer?, ¿a mi, o a sus propios ojos?

Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros.

Él puede parecer un idiota y actuar como un idiota. Pero no se deje engañar. Es realmente un idiota.

Nunca olvido una cara. Pero en su caso, estaré encantado de hacer una excepción.

Claro que lo entiendo. Incluso un niño de cinco años podría entenderlo. ¡Que me traigan un niño de cinco años!

¿Por qué debería preocuparme por la posteridad? ¿Que ha hecho la posteridad por mi?

La justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música.

La inteligencia militar es una contradicción en los términos.

Una mañana me desperté y maté a un elefante en pijama. Me pregunto como pudo ponerse mi pijama.

La televisión ha hecho maravillas por mi cultura. En cuanto alguien enciende la televisión, voy a la biblioteca y me leo un buen libro.

He pasado una noche estupenda. Pero no ha sido esta.

Debo confesar que nací a una edad muy temprana.

O usted se ha muerto o mi reloj se ha parado.

Recordad que estamos luchando por el honor de esa mujer, lo que probablemente es más de lo que ella hizo jamás.

Partiendo de la nada alcance las mas altas cimas de la miseria.

El matrimonio es una gran institución. Por supuesto, si te gusta vivir en una institución.

La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnostico falso y aplicar después los remedios equivocados.

Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente.


Bebo para hacer interesantes a las demás personas.


Solo hay una forma de saber si un hombre es honesto: preguntárselo. Y si responde "sí", sabes que es un corrupto.


¿Que por qué estaba yo con esa mujer? Porque me recuerda a ti. De hecho, me recuerda a ti más que tú.


¿Servicio de habitaciones? Mándenme una habitación mas grande.


La política no hace extraños compañeros de cama. El matrimonio sí.


El secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla, está hecho.


Soy tan viejo que recuerdo a Doris Day antes de que fuera virgen.


Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre, y dentro del perro probablemente esta demasiado oscuro para leer.


Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer. Detrás de ella, esta su esposa.


El matrimonio es la principal causa de divorcio.


Lo malo del amor es que muchos lo confunden con la gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran con que se han casado.


Disculpen si les llamo caballeros, pero es que no los conozco muy bien.


¿Pagar la cuenta?... ¡Qué costumbre tan absurda!


Nunca voy a ver películas donde el pecho del héroe es mayor que el de la heroína.


Me casé por el juzgado. Debería haber pedido un jurado.


Es usted la mujer más bella que he visto en mi vida... lo cual no dice mucho en mi favor.


Hasta luego cariño... ¡Caramba!, la cuenta de la cena escarísima... ¡Es un escándalo!... ¡Yo que tú no la pagaría!


Señorita... envíe un ramo de rosas rojas y escriba "Te quiero" al dorso de la cuenta.


El verdadero amor sólo se presenta una vez en la vida... y luego ya no hay quien se lo quite de encima.


No piense mal de mí, señorita. Mi interés por usted es puramente sexual.


Está loca por mí. ¡Qué mujer no lo está! Yo sé que va usted a preguntarme cuál es mi secreto... ¡Voto al diablo que sois osado! El secreto es no darles a entender que se las quiere. No ir nunca tras ellas. Que ellas vayan detrás de ti. Hay que avivar el cariño del amor con el abanico de la indiferencia...


Oh! Nunca podré olvidar el día que me casé con aquella mujer... Me tiraron píldoras vitamínicas en vez de arroz.


¿Quiere usted casarse conmigo? ¿Es usted rica? Conteste primero a la segunda pregunta.


- ¿Por qué y cómo ha llegado usted a tener veinte hijos en su matrimonio? - Amo a mi marido. 

- A mí también me gusta mucho mi puro, pero de vez en cuando me lo saco de la boca.


M. DumontDime Wolfie, cariño, ¿tendremos una casa maravillosa? Groucho: Por supuesto, ¿no estarás pensando en mudarte, verdad? M. Dumont: No, pero temo que cuando llevemos un tiempo casados, una hermosa joven aparezca en tu vida y te olvides de mí. Groucho: No seas tonta, te escribiré dos veces por semana.


Cásate conmigo y nunca más miraré a otro caballo.


No permitiré injusticias ni juego sucio, pero, si se pilla a alguien practicando la corrupción sin que yo reciba una comisión, lo pondremos contra la pared... ¡Y daremos la orden de disparar!
¡Cavar trincheras! ¡Con nuestros hombres cayendo como moscas! No tenemos tiempo para cavar trincheras. Las tendremos que comprar prefabricadas.

"Chico: Un coche y un chófer cuestan demasiado. He vendido mi coche. Groucho: ¡Qué tontería! En su lugar, yo hubiera vendido el chófer y me hubiera quedado con el coche. Chico: No puede ser. Necesito el chófer para que me lleve al trabajo por la mañana. Groucho: Pero, ¿cómo va a llevarle si no tiene coche?. Chico: No necesita llevarme. No tengo trabajo."


Oiga mozo, ¿y no sería más fácil que en lugar de intentar meter mi baúl en el camarote, metiera mi camarote dentro del baúl?
Perdonen que no me levante. 

(Epitafio de Groucho)
Que de le den el 10% de mis cenizas a mi promotor artístico.

Mi madre adoraba a los niños. Hubiera dado cualquier cosa porque yo lo fuera.


Si quisiera un centavo rompería la hucha de mi hijo -si tuviera un hijo-.


Supongo que había que inventar las camas de agua. Ofrecen la única posibilidad de beber algo a media noche sin pisar al gato.


Durante mis años formativos en el colchón, me entregué a profundas cavilaciones sobre el problema del insomnio. Al comprender que pronto no quedarían ovejas que contar para todos, intento el experimento de contar porciones de oveja en lugar del animal entero.


Es una tontería mirar debajo de la cama. Si tu mujer tiene una visita, lo más probable es que la esconda en el armario. Conozco a un hombre que se encontró con tanta gente en el armario que tuvo que divorciarse únicamente para conseguir donde colgar la ropa.

Dices que conociste a John en un ascensor, y mi pregunta es: ¿subía o bajaba? Esto es muy importante porque, cuando bajamos en un ascensor, siempre tenemos una sensación de vacío en el estómago que a veces puede confundirse con amor. En cambio, si subía, se trata de un caso claro de flechazo a primera vista, y también demuestra que John es un joven en periodo de ascenso. 

(De una carta a su hija Miriam)
Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…


Hace tiempo conviví casi dos años con una mujer hasta descubrir que sus gustos eran exactamente como los míos: los dos estábamos locos por las chicas.


En las fiestas no te sientes jamás; puede sentarse a tu lado alguien que no te guste.
He disfrutado mucho con esta obra de teatro, especialmente en el descanso.

"ESPARTACO" (Stanley Kubrick, 1960)




Spartacus
Año
Duración
196 min.
País
Estados Unidos Estados Unidos
Dirección
Guion
Dalton Trumbo (Novela: Howard Fast)
Música
Alex North
Fotografía
Russell Metty
Reparto
, , , , ,, , , , , ,, , , , ,, 
Productora
Bryna Productions / Universal Pictures
Género
AventurasAcciónDrama | Antigua RomaEsclavitudBiográficoHistóricoCine épico
Grupos
Adaptaciones de Howard Fast
Novedad
Sinopsis
Espartaco era un esclavo tracio que fue vendido como gladiador a Léntulo Batiato. En Italia promovió y dirigió la rebelión de los esclavos (73-71 a.C.) contra la República romana. A medida que recorrían el país, innumerables esclavos se iban sumando a la rebelión. Espartaco intentará llegar con su ejército al sur de Italia para poner rumbo a sus hogares. (FILMAFFINITY)
Premios
1960: 4 premios Oscar: actor secundario (Ustinov), fotografía, vestuario y dir. artística
1960: Globos de Oro: Mejor película - Drama. 6 nom. incluyendo actor (Olivier)
1960: Premios BAFTA: Nominada a Mejor película
1960: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a Mejor guión drama
Críticas


Resultado de imagen para cine espartaco
Afiche 

Resultado de imagen para cine espartaco


Resultado de imagen para cine espartaco





    El 7 de marzo de 1999 los incansables teletipos escupían la noticia al mundo: había muerto Stanley Kubrick, uno de los últimos genios vivos del llamado Séptimo Arte. La noticia, por inesperada, dejó consternados a todos los que, de un modo u otro, sentimos que parte de nuestra personalidad se fraguó bajo el preciado y precioso estigma cinematográfico. Kubrick es ya un mito, lo fue en vida, de la cual hizo siempre un misterio impenetrable, de él se cuentan mil y una anécdotas, y casi todas ellas tienen que ver con la meticulosidad enfermiza con que afrontaba sus trabajos. Los que han trabajado a sus órdenes se quejan de los abusos a que los sometía en su búsqueda obsesiva de la perfección, que acabó dotando, como apuntó Jack Nicholson, de una nueva dimensión a la palabra “puntilloso”, e incluso como declaró Malcolm McDowell: “su calidad humana nunca estuvo a la altura de su talento”. Además de su metódico sistema de trabajo, de sus manías en todo lo que concierne al rodaje de un film, sabemos también que era una persona muy aprensiva, un hipocondriaco con un miedo bárbaro a lo desconocido, a ese agujero negro que se abre después de la muerte, por lo que se negaba a viajar en avión, debido a las escasas posibilidades que existen de sobrevivir a un accidente. Moverse en automóvil tampoco es que le entusiasmara, pero su chófer sabía que, con el director neoyorquino a bordo, la velocidad máxima no debía exceder de 50 km/h. Desde principios de los sesenta -concretamente desde el rodaje deLolita (1962)- vivía recluido en Gran Bretaña, acompañado de su mujer y sus tres hijas habitaba una mansión al norte de Londres, su vida familiar, si hacemos caso de lo que dice su tercera mujer, Christiane, era ascética, relajada y sencilla, pues sus mayores excentricidades eran jugar al ajedrez y sentarse a escuchar música clásica. A sus 70 años murió dejándonos sólo 13 películas, un testamento fílmico reducido pero incomparable del que muy pocos pueden presumir.
   
    
   Sinopsis: el esclavo Espartaco (Kirk Douglas) logra huir de su humillante confinamiento en donde era obligado a luchar a muerte contra otros esclavos por el general romano Marco Crasso (Laurence Olivier). Tras ponerse al frente de un ejército de esclavos y derrotar a los romanos se refugia en las montañas, allí se le unen la esclava Varinia (Jean Simmons) y Antonino (Tony Curtis) un esclavo disidente de Crasso. Su idea de abandonar Italia es abortada por el terrible jefe romano, que anhela llegar a lo más alto del poder. Con Espartaco abatido y su ejército masacrado, Crasso obliga a Antonino y a Espartaco a enfrentarse en una lucha mortal, y Espartaco mata a su fiel amigo siendo él al final crucificado. En el umbral de la muerte, su última mirada será para su mujer y su hijo que, liberados, se alejan de Roma.



    Con un extraordinario libreto escrito por el guionista de izquierdas Dalton Trumbo -incluido en la “blacklisted” del inquisitorial senador McCarthy y su tristemente famosa caza de brujas- la insurrección del esclavo Espartaco se nos presenta a la vez como gran espectáculo hollywoodiense y película de compromiso ético, nítida en su mensaje contra la opresión y la tiranía. Rodada parcialmente en nuestro país, representa el último trabajo de Kubrick con Kirk Douglas, quien declaró “Kubrick es un cabrón con talento”, poniendo así fin a su relación profesional, también personal con el cineasta. El rodaje, ni que decir tiene, fue largo y tortuoso. El film lo comienza Anthony Mann -hay quien piensa que las mejores secuencias fueron rodadas por él- pero las desavenencias hicieron que Douglas, que además de protagonista era el productor de la cinta, le pusiera de patitas en la calle. El que en algún momento el director de El Resplandorrenegara de ella se debe a que, como él mismo confesó, jamás tuviera el control absoluto del film, fue, desde luego, el único trabajo en que, a la fuerza ahorcan, se permitiría ese lujo. Espartaco, que irrumpió como una nueva puesta de largo del peplum, un género al que, salvo contadísimas excepciones, nunca le he dedicado mis mejores atenciones, tuvo un presupuesto de 12 millones de dólares, recaudando la excelente cifra de 20 millones en dos años, alzándose con cuatro estatuillas y contando con un reparto de primera fila.
    
  
   El guión adapta la novela homónima de Howard Fast, un militante comunista que acabaría convirtiéndose en apóstata y que en primera instancia se encargó de elaborar el guión, con un tratamiento tan pésimo que a Douglas le pareció inadaptable. Posteriormente le sería encargado a Trumbo que, a pesar de ocupar un puesto destacado en la siniestra “lista negra”, seguía activo utilizando múltiples seudónimos. La singular conjunción de escritor y guionista unidos por una misma doctrina política enfatizó el carácter marxista de la historia y los personajes, a Kubrick eso le daba igual, pues ni mucho menos le entusiasmaba el trabajo de Trumbo, y todavía menos le gustaba el final, en el que nuestro héroe mata con la espada a Antonino para evitarle el sufrimiento inhumano de la crucifixión, mientras él se eleva al altar de la inmortalidad envuelto en un halo de sacrificio heroico. 


    


















Estamos ante la primera y colosal superproducción de un Kubrick con 32 años, inexperiencia que se nota en las no demasiado logradas escenas de movimientos de masas y, sobre todo, en la batalla final, que probablemente rodadas bajo el influjo proletario de los maestros rusos -muy dados en esta cuestión a la rigidez militarista- queda ahogada en su medida planificación por la composición de excesivos planos generales, ignorando los punteos de los detalles y sin entrar en el fragor cercano de la contienda. Mucho más interesante son las escenas de interiores y el cruce de relaciones interpersonales que van a ir abonando el camino aciago de nuestro trágico adalid. Con todo, Espartaco es un film ejemplar, donde la lucha del esclavo rebelde contra los poderosos romanos le confiere una épica trascendencia, un oscuro y hasta enfermizo romanticismo. A destacar el tratamiento musical fatalista a cargo de Alex North, la exquisita luz de Russell Metty, Charles Laughton como el sardónico Graco y Laurence Olivier como el brutal fascista Crasso. Ah, jueguen ustedes a adivinar si algunos de los miembros de las centurias romanas llevan relojes de pulsera, cuentan que, tanto en QuoVadis? como aquí, los fallos de raccord (este tipo de error, bastante frecuente en el cine, se denomina anacronismo) son importantes.

Umberto Eco – De Internet a Gutenberg

Conferencia pronunciada por Umberto Eco el 12 de noviembre de 1996 en la Academia Italiana de estudios avanzados en EE.UU. ...