viernes, 22 de mayo de 2020

LA FÍSICA CUÁNTICA, PARA ENTENDERLA POR FIN



No podemos observarlos directamente, pero el comportamiento de átomos, quarks, fotones y todo aquello que compone la realidad a una escala nanométrica o menor confirma que aún no sabemos gran cosa del universo. La teoría cuántica–que describe estas diminutas partículas– dejó de ser una rareza antes confinada al laboratorio; ahora invade nuestras vidas y se encuentra en el teléfono inteligente que llevamos en nuestro bolsillo, y hasta en el número de la tarjeta de crédito que usamos para comprar por internet. La “cuántica” aparece cada vez más en términos como “sanación cuántica” y “políticas cuánticas”. Cuántico se ha convertido en una palabra de moda. Cualquier relevancia científica en estos usos es puramente accidental; sin embargo, esto ilustra que lo “cuántico” posee una mística más allá de lo científico.
A pesar de que la mecánica cuántica surgió para resolver un problema científico, más de un siglo después aún guarda algo de misterio. La física cuántica predice comportamientos paradójicos o increíbles. Por ejemplo, una partícula cuántica no posee solo un valor de una cantidad física, sino todos los valores al mismo tiempo, algo que se llama superposición; dos partículas cuánticas pueden permanecer ligadas o “entrelazadas”, aun a distancias ilimitadas y sin ninguna conexión física de por medio; y se pueden teletransportar a través del espacio vacío.
Los saltos cuánticos pueden encontrarse en tu bar favorito y en el supermercado local
En 2011, el físico austríaco Anton Zeilinger aplicó un cuestionario con 16 preguntas de opción múltiple a más de 30 especialistas en teoría cuántica, acerca de sus conceptos básicos y su interpretación. Ninguna de las posibles respuestas recibió apoyo unánime, pues muchas de las preguntas provocaron un amplio rango de opiniones. Según el investigador Charles Clark, codirector del Joint Quantum Institute en la Universidad de Maryland, sería “un gran tema ubicar dónde está el problema” que hace que la teoría cuántica sea tan difícil de interpretar. En parte, esto se debe a que es muy abstracta, por mor de la pequeñez de lo que describe. Cuando pateamos un balón, obtenemos conocimiento empírico de cómo funciona el mundo a una escala humana. Pero no podemos patear un quark o aventar un fotón; solo podemos describir estas partículas con ayuda de la teoría cuántica.
Una idea desesperada

Cuando Max Planck inventó la teoría cuántica en 1900, pensó que solo era un truco matemático. Pero su “truco” explicaba por qué los físicos de la época no podían respondera esta pregunta: “¿Cuál es la naturaleza de la luz emitida por una llama o cualquier otro cuerpo caliente?” Sabían que la luz era una onda electromagnética generada por partícu­las cargadas eléctricamente, como los electrones, pero el problema era que los cálculos que usaban para aplicar esta teoría contradecían los resultados del laboratorio del espectro de luz generado por objetos calientes.

Planck probó varias soluciones para resolver el problema antes de dar con la idea de que la luz es emitida por medio de energías “cuánticas”, múltiplos exactos de cierta cantidad mínima, o “cuanto”. A esto lo llamó “un acto de desesperación”, pero produjo el espectro correcto de luz de un cuerpo caliente y eso le valió el Premio Nobel en 1918. Después, Albert Einstein y Niels Bohr obtuvieron sus propios premios Nobel al extender el trabajo de Planck. Einstein mostró que la luz viene en discretos paquetes de energía, luego llamados fotones, y Bohr planteó que los electrones en un átomo absorben o emiten fotones al tiempo que brincan entre niveles de energía cuántica.

Fue asombroso encontrar que el mundo operaba de esta extraña manera. Ahora se sabe que los saltos cuánticos y todo lo demás son reales. Pero, ¿por qué la humanidad no notó los “cuantos” hasta 1900? Porque hablamos de una cantidad de energía muy pequeña. Incluso el febril brillo de una vela representa un torrente de fotones (trillones por segundo). La luz que irradia una fuente es como arena derramándose de un cubo; parece ser una corriente continua, pero en realidad es una multitud de diminutos granos perdidos dentro del flujo mayor. De forma similar, los saltos cuánticos en los átomos son cambios extremadamente pequeños en la energía, aunque el uso popular de “saltos cuánticos” con frecuencia hace referencia, incorrectamente, a grandes cambios.
Saltos cuánticos reales

Pueden encontrarse en tu bar favorito o en el supermercado local. Siempre que veas brillar el anuncio luminoso de alguna cerveza o el escáner de un código de barras, mira detenidamente: estás observando saltos cuánticos eléctricos en acción a través de sus huellas dactilares, la emisión de la luz, como Niels Bohr determinó.

Un anuncio de neón es un tubo de cristal relleno con el gas noble neón o con otro gas que brilla cuando se le aplica un voltaje. La “descarga luminosa”, vista por primera vez a finales del siglo XIX, funciona porque el voltaje eleva a los electrones de los átomos del gas a un nivel más alto de energía; después, los electrones descienden a niveles más bajos y sueltan fotones. Los gases poseen diferentes niveles de energía atómica, y estos niveles definen las longitudes de onda del fotón. El neón produce luz roja, el argón genera luz azul… y así.
La descarga luminosa está también en la iluminación fluorescente y en el láser. En un tubo fluorescente, los saltos cuánticos en el vapor de mercurio crean fotones ultravioleta, que activan un revestimiento dentro del tubo, el cual produce luz blanca. El láser, inventado en 1960, es como un tubo de descarga entre dos espejos. Al tiempo que los fotones de un salto cuántico atómico rebotan de un lado a otro, estimulan más fotones de los átomos que lo atraviesan. Eso produce un rayo mejorado de luz pura en una sola longitud de onda. Un rayo cuya infinita gama de usos hace evidente que la energía cuántica es real.
Los saltos cuánticos aparecen también en los diodos emisores de luz (led). Los leds están hechos de semiconductores en los cuales los electrones deben saltar a través de una brecha hacia una energía mayor, antes de moverse como corriente eléctrica. Al aplicarle voltaje al led, los electrones saltan la brecha, y después regresan produciendo fotones.
Además de para el led, el comportamiento cuántico es crucial para los aparatos digitales. Sus circuitos integrados están hechos de silicio semiconductor, cuya brecha de energía cuántica permite un buen control de los electrones para manipular los bits digitales.
Jugar a los dados
Aunque los saltos cuánticos se consideraron radicales, no contradicen las visiones existentes del mundo. La superposición, el entrelazamiento y la teletransportación, sin embargo, producen más extrañeza porque se oponen a nuestro entendimiento del universo. Estos problemas surgen porque la teoría cuántica no predice valores definitivos para las propiedades físicas, sino solo probabilidades.

Einstein no creía que la naturaleza fuera azarosa, como lo expresó en su famoso comentario “Dios no juega a los dados con el universo”, pero en teoría cuántica este no parece ser el caso. Una bola de béisbol tiene cierto impulso, pero en el mundo cuántico, cualquier partícula lleva en sí todos sus posibles valores físicos al mismo tiempo o en “superposición” hasta que es medido o interactúa con el ambiente.
Por ejemplo, la propiedad llamada “giro” hace que los electrones se comporten como pequeñas barras magnéticas con su polo norte apuntando hacia arriba (U) o abajo (D). En teoría cuántica, el electrón está en estos estados al mismo tiempo, pues existe una probabilidad del 50% de que una medición muestre U o D.
El experimento del “gato de Schrödinger” –como lo imaginó en 1935 el pionero de la teoría cuántica Erwin Schrödinger– ilustra esta naturaleza estadística. El gato está muerto o vivo dependiendo de un evento aleatorio y, por tanto, puede describirse en ambos estados a la vez.
Extraño, pero útil

Necesitamos comprender estos raros efectos si deseamos entender la física cuántica; pero, incluso sin eso, la cuántica está entrando en la tecnología digital. Los circuitos integrados en los aparatos digitales representan bits binarios en pequeños interruptores electrónicos que se prenden o apagan para representar el 0 y el 1. Pero cualquier sistema con dos posibilidades también puede representar el 0 y el 1, incluyendo los estados U y D de los electrones y los estados H y V de los fotones; solo por medio de la superposición, estos representan 0 y 1 simultáneamente.


Esta es la idea innovadora detrás del bit cuántico, o qubit, una especie de superbit (el nombre se inventó como un chiste en 1995). Por ejemplo, dos bits ordinarios representan solo uno de los números decimales 0, 1, 2, 3… pero dos qubits representan los cuatro números al mismo tiempo. La ventaja crece rápidamente, de tal forma que 20 qubits cargan 20 millones más de veces la información que 20 bits. Se ha estimado que una computadora “cuántica” que usase 150 o 300 qubits tendría el poder de todas las supercomputadoras convencionales del mundo juntas.
El Joint Quantum Institute de la Universidad de Maryland y una docena de laboratorios más alrededor del mundo trabajan para usar qubits en la informática y también en las telecomunicaciones, ya que los fotones que atraviesan una amplia red de fibra óptica cargan gran parte de la información que viaja por el mundo, desde las llamadas telefónicas hasta las descargas de internet. Sin embargo, la tecnología de los qubit es difícil de implementar, porque las partículas deben ser aisladas del ambiente y mantenerse a temperaturas ultrabajas para que permanezcan en superposición. Pasarán años antes de que tengamos la computadora de 150 qubits, pero ya se han construido y programado las versiones de prueba que usan unos cuantos qubits de fotones para resolver el problema. Los qubits de fotones también se están utilizando para realizar transmisiones de información más seguras por medio de las aplicaciones del entrelazado.
Teletransportación

El primer paso para entrelazar fotones es crear un par correlacionado con uno de ellos en estado H y el otro en estado V (lo cual se puede obtener enviando luz a través de ciertos cristales), aunque aún no sabemos cuál es cual. Si después se separa ampliamente a los fotones, estos mostrarán una propiedad sorprendente. Si se mide al fotón 1 como H, la medición del fotón 2 dará V; pero si el fotón 1 se mide como V, el segundo fotón da H. De alguna manera, el fotón 2 “sabe” el resultado de la medición del fotón 1 y se ajusta de acuerdo con ese resultado; las dos partículas están entrelazadas.

Para observar lo excepcional que es esto, pongámoslo en un contexto más familiar. Un cajón en la Ciudad de México contiene un número idéntico de calcetines negros y blancos, al igual que un cajón en Toronto, Canadá. Si se elige en forma aleatoria un calcetín en la Ciudad de México y un amigo escoge otro en Toronto, la mitad de las veces las elecciones coincidirán. Pero si los calcetines están entrelazados, como los fotones, no importa qué color elijas, tu amigo escogerá el otro color en todas las ocasiones, a pesar de la distancia entre los dos calcetines y la ausencia de cualquier conexión física.
El entrelazado de los fotones se demostró en el laboratorio en 1982; las últimas mediciones muestran que puede operar en distancias de hasta 144 kilómetros de espacio vacío. También señalan que cualquier información transmitida entre los fotones viaja 10.000 veces más deprisa que la luz y quizá de manera instantánea. Esto contraviene los resultados de la relatividad de Einstein, donde se asegura que nada puede viajar más rápido que la luz. Peor aún, la transmisión instantánea nos hará volver a considerar por completo nuestras nociones de tiempo y espacio.
Mucho antes de que se dieran estos inquietantes resultados, a Einstein le costaba trabajo aceptar el entrelazamiento y lo llamó “una espeluznante acción a distancia”. Pero existe, con partículas conectadas de algún modo por un desconocido canal cuántico que no logramos comprender. Aún más: los investigadores han llevado este misterioso vínculo más allá, al campo de la teletransportación. En ese medio de transporte tan común en la ciencia ficción, una persona o un objeto es replicado en otra parte mientras desaparece de su ubicación original, como podía verse en las historias de Star Trek. En 1993, Charles Bennett de IBM y sus colegas mostraron en teoría cómo teletransportar un fotón. Imaginando un par de fotones entrelazados en distintas ubicaciones, A y B, demostraron que el estado polarizado de un tercer fotón podía enviarse de la posición A al fotón en B, por medio del canal de entrelazamiento, recreando de tal manera al tercer fotón en el sitio lejano. Anton Zeilinger (el del cuestionario cuántico) y sus colegas demostraron la teletransportación de un fotón en el laboratorio en 1997, y en 2012 reportaron haber teletransportado fotones en distancias mayores a 143 kilómetros.
Un ordenador cuántico tendría el poder de todas las supercomputadoras convencionales del mundo
El secreto cuántico

Estos efectos van más allá de la ciencia ficción cuando los fotones polarizados se controlan como qubits en la criptografía cuántica, método diseñado para transmitir información de modo seguro por medio de una red de fibra óptica. En 1984, Charles Bennett y Gilles Brassard inventaron la distribución de la llave cuántica. Como la combinación de un candado, la “llave” es un largo hilo de bits que conforman la contraseña secreta para acceder a un complejo de algoritmos que codifican y decodifican información. El código es indescifrable sin la llave, pero esta, a su vez, debe ser difundida del transmisor al receptor cuando corre el riesgo de ser leída por un tercero.

Bennett y Brassard mostraron cómo podía evitarse esa vulnerabilidad en la seguridad usando la aleatoriedad cuántica de los qubits de fotones, para crear un único y azaroso hilo de bits que funcionara como una codificada llave secreta basada en el entrelazamiento de fotones. Las llaves cuánticas se han usado para asegurar transferencias bancarias y resultados electorales en Suiza. Aún no son comunes.
Rareza cuántica de tamaño completo

Es posible que jamás seamos capaces de teletransportar gente o grandes objetos, pero en 2011, Ian Walmsley, de la Universidad de Oxford, y sus colegas entrelazaron objetos macroscópicos visibles para el ojo humano: dos diamantes, cada uno de tres milímetros de largo.

Los átomos en sólidos cristalinos, como los diamantes, vibran a energías cuánticas, las cuales se encuentran en cantidades inusuales en los átomos de carbono de los diamantes. En el experimento, estos efectos exteriores se mantuvieron al margen lo suficiente como para preservar los estados cuánticos y permitirles a los investigadores enlazar los diamantes a distancias de hasta 15 centímetros. Este es un paso en la creciente extrañeza cuántica para llegar a un punto en el cual sea más fácil examinarla y comprenderla.
La idea de Max Planck en 1900 comenzó un viaje desde el mundo ordinario hacia el mundo submicroscópico. Aunque aún no comprendemos por completo la teoría cuántica, ilumina este mundo y hace que la tecnología avance. Con resultados como los del experimento de los diamantes, continuamos el viaje trayendo el universo submicroscópico al mundo que ocupamos. Planck, Einstein y Bohr estarían hoy completamente fascinados.

Sidney Perkowitz, el autor de este artículo, es profesor emérito de Física en la Universidad Emory. Algunos de suslibros son Slow Light y Hollywood Chemistry.

La historia de Yahoo





jueves, 21 de mayo de 2020

10 ideas de ciencia ficción que están a punto de ser realidad



Por qué la Radio no muere y cómo se reinventa ante nuevas tecnologías | Juanita Kremer




Computación Cuántica: Para qué sirve y cómo podría cambiar el mundo





Así cambiará el mundo la computación cuántica: Ignacio Cirac


La teoría cuántica Profesor: Juan Carlos Paniagua











Física cuántica y espiritualidad

por  | May 5, 2019


¿Nuestros pensamientos y emociones pueden afectar la realidad en la que vivimos? Y si es así ¿de qué modo pueden hacerlo? La física cuántica nos trae algunas respuestas.
Parece claro que nuestras acciones y elecciones van determinando nuestra realidad. Asimismo, a toda acción le acompañan pensamientos y emociones. Algunos de estos pensamientos y emociones, por otra parte, pueden estar incrustados en el subconsciente. A estos efectos, muchos comportamientos son explicados por procesos inconscientes, y estos, qué duda cabe, se traducen en acciones que repercuten positiva o negativamente en nuestras vidas.
No obstante, cabe preguntarse ¿qué sucedería si nuestros pensamientos y emociones pudiesen afectar nuestra realidad aún antes de emprender cualquier acción? ¿Qué sucedería si el mero hecho de sentir y pensar pudiese alterar dicha realidad? La física cuántica nos arroja algunas conclusiones importantes al respecto.

Un poco de historia de la teoría cuántica

La teoría cuántica fue elaborada a principios del siglo XX por Max Planck, uno de los más destacados físicos modernos. Esta teoría fue posteriormente ratificada por Albert Einstein, y finalmente constituiría una rama de la física conocida como mecánica cuántica, la cual, destruía algunas de las ideas propuestas por la mecánica newtoniana, la cual, estudiaba fenómenos observables a escalas visibles por los humanos. La teoría newtoniana además, estaba basada en el concepto de que solo existe la materia y nada más.
eistein física cuántica
A una escala minúscula -tan infinitesimalmente pequeña que para nosotros es invisible-, el universo se rige por unas leyes muy distintas a las del universo físico palpable para nuestros sentidos.  Estas leyes rigen al quantum, la unidad energética más pequeña en el universo.

La mecánica clásica no podía dar respuesta a un universo en el que el observador afectaba al objeto observado tan sólo por hacerlo. Un universo invisible en el que el pensamiento del investigador determinaba la realización de una multiplicidad de posibles eventos. Por lo tanto, a partir de entonces, empieza a desarrollarse la mecánica cuántica como sub-disciplina de la física, y en oposición a los axiomas de la mecánica clásica.

¿Qué es la física cuántica?

La física cuántica es la ciencia que estudia las partículas subatómicas. Todo lo que conocemos está formado por átomos, los cuales, están a su vez conformados por partículas. Además, el átomo se compone de un 99,99999 por ciento de energía, siendo el resto materia, es decir, es energía casi en su totalidad. Dicho de otro modo, nuestro universo material, tangible y palpable, es energía.
Estamos rodeados por campos energéticos; patrones de frecuencia de información que se transmiten constantemente. Bajo este orden de ideas, el quantum o cuanto, corresponde a la cantidad mínima de energía que se concentra en cualquier partícula. La física cuántica es, pues, el estudio del cuanto y de las leyes que lo rigen.
física cuántica

El observador construye la realidad

En el mundo cuántico, la mera observación puede transformar la realidad de las partículas. De este modo, las partículas son afectadas por nuestros pensamientos y sentimientos y, por consiguiente, a un nivel cuántico, los pensamientos construyen la realidad.
Ahora bien, siendo que parte de nuestras creencias y muchas cosas que damos por sentadas se hayan vinculadas a procesos que ocurren en nuestro subconsciente, la capacidad para afectar la realidad a un nivel cuántico suele pasar desapercibida, o más bien, puede escapar de nuestro control.
Ver más sobre la relación entre el observador y el objeto a un nivel cuántico aquí: Gatos de Schrödinger

Señales electromagnéticas

Nuestros pensamientos generan ondas electromagnéticas que afectan el campo cuántico. Por lo tanto, cuando imaginamos un acontecimiento futuro en nuestras vidas basándonos en algún deseo, dicha realidad ya existe como una posibilidad entre muchas en el campo cuántico (esperando a ser observada y, por tanto, realizada).
Dicho esto, podemos aseverar a partir del estudio de la física cuántica que la posibilidad de definir y crear determinadas realidades a nivel cuántico puede traspolarse a escenarios no cuánticos, es decir, a nuestras vidas. Bajo esta premisa se enmarcan las corrientes espirituales que buscan el bienestar y el equilibrio energético al configurar y reconfigurar nuestras creencias, pensamientos y sentimientos. Haciéndonos entender de esta manera, que somos creadores de nuestra realidad.
física cuántica campo cuántico

El poder de la mente cuántica

Nuestros pensamientos tienen el poder de atraer magnéticamente determinadas situaciones. La unión entre lo que pensamos y sentimos genera un estado del ser que produce una huella electromagnética que afecta el campo cuántico. A este respecto, cabe pues preguntarse ¿qué estamos trasmitiendo inconsciente o conscientemente como huella electromagnética en nuestra cotidianidad? ¿Podemos cambiarlo para mejorar nuestras vidas? Es perfectamente posible, y una de las formas de hacerlo es incorporando la coherencia como práctica.

¿Qué es la coherencia?

La coherencia se refiere a la concordancia entre lo que se pensamos y lo que sentimos. Esta integridad en el pensar y el sentir incrementan la posibilidad de que aquello que deseamos se manifiesta.
Otro aspecto asociado a la coherencia son las programaciones subconscientes. Dichas programaciones pueden afectar nuestros sentimientos sobre algunas cosas y -tal como lo señala el psicoanálisis-, puede llevarnos a auto-boicotear la posibilidad de alcanzar lo que deseamos.

Además de la física cuántica existen otras razones para cuidar nuestros pensamientos

Otra de las razones avaladas por la ciencia que nos invita a cuidar y trabajar sobre nuestros pensamientos y emociones es el hecho de que estos se traducen en sustancias químicas en nuestro organismo. Algunas de ellas, como el estrés, son muy dañinas cuando se tornan incontrolables.

 Mente, espíritu y materia

La física cuántica nos habla del hilo conductor entre la mente, el espíritu y la materia.  Trabajar a un nivel terapéutico sobre los principios cuánticos, es asumir a su vez el principio holísitico de la integración funcional del todo.
En suma, -ya sea desde la programación neurolingüística, la física cuántica o la neurociencia-, existen razones de peso para tomar el control sobre nuestras creencias conscientes o inconscientes. Bajo esta misma línea de argumentos, vale la pena repensar aquello que hemos naturalizado, es decir, aquello que hemos dado por sentado y que, por consiguiente, no podemos advertir. Pensamientos vinculados a emociones que son un telón de fondo en nuestras acciones, afectan nuestras vidas de un modo determinante y, como se ha dicho, actúan muchas veces a través de nuestro inconsciente.
La física cuántica busca promover el bienestar partiendo, pues, del lugar que ocupan nuestros pensamientos, sentimientos y emociones en nuestro equilibrio espiritual, energético y material.

LA BANALIDAD DEL MAL A LAS PUERTAS DE EUROPA

Josep Sanmartín Cavaagosto 23, 2019
en La banalidad del mal a las puertas de Europa
Imagen del holocausto en el Mar Mediterráneo
Durante el Holocausto, según se pudo comprobar en los juicios de Nuremberg, no existían “órdenes específicas” que ordenaran el “exterminio” de los judíos. Para ello, la estructura político-militar se valía, sobre todo, de eufemismos. Aunque es cierto que no siempre y, en particular, en lo que se refiere al mismo Hitler.
Se había desarrollado una increíble estructura administrativa que conducía al pueblo judío a los campos de exterminio. Y, sin embargo, no había órdenes concretas para tal caso, al menos no de manera oficial. Con el paso del tiempo, además, este dispositivo se llegó a perfeccionar tanto que, en los últimos años del genocidio, ni siquiera había soldados alemanes implicados en el momento de la muerte de los judíos, pues estos eran conducidos por sus propios compañeros a las cámaras de gas. Esto, a su vez, salvaguardaba a aquellos que custodiaban los campos, con mayor o menor responsabilidad, de posibles daños psicológicos, morales e incluso legales. Sucedía lo que Hannah Arendt llamó «la banalidad del mal».
En parte, esto es lo que permitió a los nazis crear un aparato administrativo basado en estructuras y órdenes, que omitían sobre el papel de manera específica su fin último, el exterminio de millones de personas. Tal como Arendt explica en Eichmann en Jerusalén (2016), esto se ocultaba mediante eufemismos tales como «reasentamiento», «evacuación», «transporte», «limpiar», «la solución del problema polaco», «última finalidad», «solución final del problema judío» o «solución final», entre muchos otros.
Heydrich llegó a un acuerdo con el alto mando del ejército alemán, en el que ambas partes aceptaron el principio de una total «limpieza, de una vez para siempre» de judíos, intelectuales polacos, clero católico y nobleza, aunque dejando sentado que, debido a la magnitud de la operación, en la que sería preciso «limpiar» a dos millones de judíos, estos debían primeramente ser concentrados en guetos. (Arendt, 2003, p. 132)
Imagen de experimienter que explica la posibilidad de torturas y un holocausto
En la película Experimenter (2015) se retratan los experimentos realizados por Stanley Milgram que demuestran que la gran mayoría de las personas pueden ejercer la tortura si otra persona se lo ordena, aunque ésta no tenga realmente autoridad sobre ellas.
Estos eufemismos, órdenes y estructuras, a su vez, permitían a las personas implicadas no sentirse culpables por el trabajo que realizaban, del cual eran conscientes en último término. Algo que como ya sabemos, le sucede a la gran mayoría de las personas sujetas a alguna forma de autoridad, aunque ésta sea ficticia, tal como demuestran los experimentos realizados por Stanley Milgram, recogidos en su libro Obediencia a la autoridad (1980).
Es así como los nazis lograron crear una maquinaria perfecta diseñada para el holocausto que permitía a través de la autoridad y la ley, la omisión moral y psicológica de los responsables ante los actos que cometían, pues sólo «cumplían órdenes». Así es como se justificaba el propio Adolf Eichmann, artífice y responsable del entramado administrativo al servicio del Holocausto.
Las cosas eran tal como eran, así era la nueva ley común, basada en las órdenes del Führer; cualquier cosa que Eichmann hiciera la hacía, al menos así lo creía, en su condición de ciudadano fiel cumplidor de la ley. Tal como dijo una y otra vez a la policía y al tribunal, él cumplía con su deber; no solo obedecía órdenes, sino que también obedecía la ley. (Arendt, 2003, p. 83)
Hoy, en 2019, hay una nueva maquinaria al servicio del exterminio cuyos principales engranajes son una crisis climática, guerras, mafias y una fallida descolonización que ha sumido a los africanos en una terrible pobreza a causa de la explotación que hacen los europeos de sus territorios. Hoy, esa maquinaria arrastra a decenas de miles de personas a una gran cámara de gas llamada Mar Mediterráneo.
Al igual que sucedía con los nazis, quienes podrían auxiliar a las víctimas no lo hacen en base a una supuesta legalidad que ni siquiera lo es tal. Lo que obliga al Gobierno a justificarse a través de las órdenes que manifiestan como autoridad. Pero es más, a través de esta misma práctica autoritaria pretenden impedir que otras personas puedan salvar de la muerte a miles de emigrantes.
En estos momentos, Europa es el ejemplo absoluto de la «banalidad del mal», y ésta está tan normalizada que hay personas que ven bien que se deje morir a quienes no son otra cosa que víctimas del horror creado por Europa desde hace ya más de un siglo. Quizás, como los alemanes, algún día el actual Gobierno y otros grupos políticos y sociales se avergüencen de haber defendido sin tapujos que se deje morir a esta gente; tratando, además, de impedir que otras personas las rescaten. De facto, quienes defienden la postura que va en contra de salvar estas vidas, lo que promueven es que éstas sean víctimas de la maquinaria creada y puesta en marcha por Occidente desde tiempos de las colonias, y que desde entonces ha aniquilado a millones de personas en África. El problema es que este holocausto ya no sucede en lugares lejanos, sino a las puertas de casa. Es difícil, por tanto, sentirnos inocentes ante la clara evidencia de las muertes que llegan a hasta nuestras playas.
Por último, es importante resaltar que cuando gran parte del mando nazi fue procesado, la gran mayoría de los acusados pudo argumentar que no existían órdenes concretas para el “exterminio de los judíos” —y era cierto en gran medida—. Como se ha explicado antes, los nazis habían usado toda clase de eufemismos que evitaban que nadie pudiera decir que se había ordenado el “exterminio” del pueblo judío, a no ser que se hiciera un ejercicio argumentativo y a tenor de las pruebas físicas. Como hoy todos sabemos, los nazis fueron unos asesinos, aunque de manera patética y en el último momento trataran de defenderse con eufemismos, o justificándose en una jerarquía de mando.
En estos momentos, el Gobierno español, junto a otros gobiernos europeos, también usa eufemismos y se justifica en la ley, exigiendo una autorización para rescatar y negándose a hacerlo por ellos mismos de un modo que sea realmente eficaz, como demuestran las más de 35.000 muertes oficiales. Es verdad, que los gobiernos europeos no ordenan de manera expresa que se mate a los africanos dejando que se ahoguen en el mar —claro—, pero a tenor de las pruebas físicas y con muy pocas argumentaciones, los respectivos gobiernos, por omisión de su deber humano y moral, están matando a miles de africanos a día de hoy. Quizás, si algún día se lleva a juicio a las personas que actualmente favorecen este nuevo holocausto, acaben justificándose como Eichmann diciendo que ellas nunca ordenaron la muerte de nadie. Aunque me temo que eso nunca sucederá. Por tanto, nos toca a nosotros exigir lo que es justo.
Eichmann: En primer lugar, según él, la acusación de asesinato era injusta: «Ninguna relación tuve con la matanza de judíos. Jamás di muerte a un judío, ni a persona alguna, judía o no. Jamás he matado a un ser humano. Jamás di órdenes de matar a un judío o a una persona no judía. (Arendt, 2003, p. 18)

Bibliografía:

Arendt, H. & Ribalta, C. (2003). Eichmann en Jerusalén. Barcelona: Lumen.
Milgram, S. (1980). Obediencia a la autoridad, un punto de vista experimental. Bilbao, Spain: Brouwer.

Imagen destacada albergada en la web Wanafrica News.

Umberto Eco – De Internet a Gutenberg

Conferencia pronunciada por Umberto Eco el 12 de noviembre de 1996 en la Academia Italiana de estudios avanzados en EE.UU. ...